Los mexicanos deberíamos estar acostumbrados a administrar la abundancia. Cada año, el 1 de septiembre, nos la entregan en carretadas. Los discursos de todos los presidentes son iguales. Las últimas tres décadas, al menos. Nos entregan el progreso no a cucharadas: en barriles copeteados. Treinta años anunciando que llegó el gran momento debería tenernos acostumbrados, de verdad.
Este lunes 1 de septiembre será igual. El Presidente en turno, Enrique Peña Nieto, ofrecerá al país barriles copeteados de abundancia. Aunque la economía arrastre la panza, aunque la inseguridad no amaine, aunque, en una jornada histórica, el Poder Ejecutivo (básicamente PRI y PAN) acordaran la entrega de la riqueza energética de los ciudadanos a inversionistas privados que se han apalancado en funcionarios y ex funcionarios para logran su cometido.
El Presidente en turno tendrá mucho qué presumir, y poco. Presumirá un paquete de reformas estructurales (como él les llama) y no podrá decir palabra (a menos de que mienta) sobre la inseguridad, el empleo, las oportunidades, la pobreza, el crecimiento, la justicia social, la transparencia, la rendición de cuentas.
Hablará de sus reformas para invitarnos a administrar la pobreza (digo, la abundancia) otra vez, y como la economía va en picada desde que llegó (junto con su popularidad) tendrá que sincerarse pero con letras chiquitas. Como aquél encabezado de periódico que decía: “¡PEDRO INFANTE VIVE!” y luego, con letras chiquitas, “en el corazón de los mexicanos”. Ahora será: “¡VIVIREMOS COMO RICOS!” y, con letras chiquitas, “los hijos de la familia revolucionaria y de acción nacional”.
Hoy nos venderán la chulada de país que somos, una vez más. Y con letras chiquitas: apriétense el cinturón.
Venga la abundancia, pues. Y los cinturones.
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Qué chulada es el lenguaje político. Cheque: cuando se habla de “abrir un sector a los inversionistas privados” no implica generar competencia, no es para que ganen los ciudadanos. Significa básicamente que los favoritos del Presidente en turno se beneficiarán. Y todos nos quedamos con la bocota llena de moscas. Eso ha pasado durante 30 años. Los años de “la modernidad mexicana”.
Sobran los ejemplos, pero daré uno: Telmex. Cuando Carlos Salinas de Gortari entregó esta empresa a Carlos Slim Helú no abrió el sector a la competencia: se lo dio a un solo individuo, abusón y apátrida (¿o cómo llamar a alguien que no quiere a sus propios conciudadanos?), que mantiene secuestrada a la población desde hace décadas y la sangra, y sangra, y sangra… hasta hacerse el hombre más rico del mundo.
Es decir: el Presidente en turno le quitó a la mayoría que es tonta y no se defiende (así la tratan) para dárselo a mi amigo del alma (y posible socio, dicen algunos) para que se haga ¡el hombre más rico del mundo! No el más rico de México, porque en México no nos andamos con chingaderas: ¡el hombre más rico del mundo!
Y le puedo seguir con los bancos y las televisoras, con las minas y las playas, etcéteras.
Ahora –lo escucharemos en el mensaje presidencial–, se “abre un sector a los inversionistas privados”, el energético. Y no es para generar competencia porque Pemex está desmantelado; no es para que ganen los ciudadanos porque, de hecho, pierden; es para que los favoritos del Presidente en turno se hagan ricos. Le quitan los hidrocarburos a los ciudadanos para darles trabajo en gasolineras. Hasta da risa.
Posiblemente no lo verán mis ojos, pero los jóvenes sí: este texto lo escribo un 31 de agosto de 2014; léanlo bien; dentro de 20 años, les puedo jurar, podrán contar entre los hombres más ricos del mundo a varios mexicanos gracias a los energéticos que agarrarán en especial porque son los nuevos favoritos del Presidente en turno. Léanlo bien y que no se les olvide porque en México no nos andamos con chingaderas: se servirán con la cuchara grande, entre otros, Pedro Aspe, maestro de Luis Videgaray. Es el más activo, dicen. Es el nuevo hombre del Presiente en turno, se insiste. Y, bueno, seguramente varios más. Unos dicen que hasta el bufón de Vicente Fox, que entre loqueritas y loquerotas está promoviendo su propio foro y su propio fondo para beneficiarse de las reformas del Presidente en turno.
(Qué poca dignidad, la de Fox y la de montones de panistas: les bloquean durante 12 años las reformas, y ahora que otros las sacaron adelante –con su ayuda– las presumen como propias y se cuelgan de ellas. Es decir: no importa que el PRI haya “atorado el desarrollo del país” durante 12 años; no importa que los dejaran en ridículo, con sus reformas en la mano. Ahora, a aprovecharse de ellas. A sacarles dinero, raja política si se puede. Fox aplaudiendo a Peña cuando fueron ellos, los del partido del Presidente en turno, los que le bloquearon su trabajo. Qué poca dignidad. Hay hombres que están hechos de lata: huecos y sin sentido; hay otros que están hechos de basura y rellenos de ídem. Fox es de esos que pueden ser de los dos: hombre de lata relleno de basura).
Los directorios de los fondos de inversión y de las empresas energéticas están llenos de ex funcionarios panistas y priistas. Ellos hicieron el lobbying, claro, para que Presidencia abriera el sector a sus empresas. Jesús Ramírez Stabros, titular de la Coordinación de vinculación de la Oficina de la Presidencia de la República, fue al mismo tiempo funcionario cercano a Peña Nieto y Consejo de Administración de la filial en México del gigante español Iberdrola. Georgina Kessel, ex Secretaría de Energía y ex Directora de Banobras con Felipe Calderón, ganó 600 mil pesos en un solo trimestre de 2013 como consejera externa de esa misma empresa, Iberdrola. Qué vergüenza, los dos. Y los ejemplos sobran.
Esas nubes de funcionarios y ex funcionarios, que en su momento participaron en la quiebra de sectores que “ahora se abren al capital privado”, son los grandes beneficiarios de las reformas. Y jódanse los de a pie.
Hoy, mientras escuche (porque no habrá manera de evadirlo: inundarán todo) al Presidente en turno presumir que “vamos en el camino correcto”, piense esto: en lo que va de la administración, 3 millones 600 mil mexicanos más cayeron en pobreza. Las cifras son de Julio Boltvinik, del Colegio de México. Con datos oficiales, del Coneval.
Esas son realidades.
Lo demás es lo de siempre. Venga la abundancia, pues. Saquen paraguas porque hoy caerá como tormenta. No: como huracán.
*Esta columna refleja sólo el punto de vista de su autor
Por: Alejandro Páez Varela
@paezvarela
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