Por: Fernando Ortiz C.
Francisco, ese que decidió cambiar los zapatos rojos característicos del papado monárquico y alejado de los pobres. Tú, el que caminará sobre la tierra llena de lágrimas y sangre de ese país que alguna vez fue llamado El Cuerno de la Abundancia y que hoy se resiste a perder la esperanza, te recibe sabiendo que vienes a escuchar más que a transformar la realidad de un país desolado por la violencia, el desprecio y la corrupción.
Tú lo has dicho, no eres un Rey Mago pero sí eres el jerarca de la Iglesia Romana y éste es el segundo país con más católicos en el mundo, por eso se te espera, no como a un Mesías pero sí como una voz que hable por lo que no tienen voz.
Cuando pises esta tierra mística podrás pensar que has llegado al paraíso, un país inmensamente rico, lleno de bellos paisajes y culturas llenas de espiritualidad pero conforme vayas dando cada uno de tus pasos en esta vista, poco a poco sentirás que esto es el infierno.
Primer destino, Ciudad de México, serás recibido por “nuestro presidente” e instantáneamente sabrás que él no es nuestro sino es de unos cuantos que han coartado las esperanzas de los mexicanos, ese gobierno responsable de que el país parezca la entrada al averno. Un gobierno socavado por la corrupción, vínculos criminales y persecución, pero que a ti te recibirá con una sonrisa.
Posterior al protocolo diplomático, podrás recorrer las calles y avenidas de una ciudad que ha perdido el miedo a morir, porque ya es parte de lo cotidiano. Una ciudad donde reside la Catedral Metropolitana, esa en la que domingo a domingo el arzobispo primado de México pronuncia sus homilías con las más cauta sacralidad pero que esconde a los verdaderos pecadores, los pederastas que vienen desde el seno de esa Iglesia. Francisco escucha a los que te hablan, a los que te esperan. Los dos anteriores pontífices hicieron caso omiso ante estas atrocidades y uno de ellos prefirió callar y otorgarles el poder de la Salvación.
Ecatepec es la siguiente escala, un lugar que es noticia por sus constantes asesinatos, violencia, lucha del crimen organizado, y donde ser mujer es el mayor peligro, este es el infierno al que has llegado Francisco. La trata de personas es otra de las características de este lugar, la vida parece no valer nada, y de ahí surgió nuestro “flamante” presidente.
Mientras llegas a tu siguiente escala en este recorrido peregrino, tendrás oportunidad de reflexionar sobre lo que ves, porque como jesuita que eres sé que tienes esa facultad de impregnarte de las necesidades del pobre, de los oprimidos, de los que gritan clamando justicia, ese concepto que en México se ha convertido en una falacia para algunos y en un botín para otros.
Aquí estás Francisco, en San Cristóbal de las Casas, lugar en el cual surgió, en 1994, la rebelión que pudo cambiar a nuestro país, pero que el miedo de perder lo poco que se tenía fue el principal factor para que no trascendiera el clamor de libertad y de equidad que se profesaba.
Te encontrarás con tus hermanos, con la congregación de jesuitas que no han dejado de luchar por los pueblos originarios que sufren el desprecio, la presión y la constante violación a sus derechos humanos, te estás adentrando a uno de los lugares con una de las historias más oscuras y turbulentas de nuestro país, no te dejes llevar por los verdes valles de la selva y por los majestuosos paisajes chiapanecos. No olvides el nombre de Acteal, ese es el lugar donde aún huele a pólvora y sigue teñido de sangre, ahí el 22 de diciembre de 1997 se apagaron las esperanzas y las vidas de 45 personas, irónicamente esto se llevó a cabo mientras oraban en una iglesia del lugar.
Dos grandes personajes dejaron ahí su huella, Samuel Ruiz del que su historia de seguro escucharás como un hombre que luchó incasablemente por defender a los indígenas. El otro personaje ya no está ahí pues se decidió que era más conveniente llevarlo a Saltillo, alejarlo de ese lugar conflictivo y con ello cortar de tajo el trabajo de Samuel Ruiz, estoy hablando de Raúl Vera.
Francisco, México es el segundo país con más católicos en el mundo y así vivimos día a día. Tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos, frase que se le acredita a Porfirio Díaz y que podrás encontrar como palabras proféticas. Empresas transaccionales, saqueando los recursos naturales de la región, utilizando los mantos acuíferos a su voluntad, para producir y producir a costa de lo que sea, sin importar la explotación o las vidas que se puedan perder por causa de sus ansias de poder.
Francisco, aún queda mucho que ver antes de tu llegada a Michoacán, esa tierra sin ley donde la corrupción es la moneda de cambio, donde no hay tregua para nadie, donde la población tiene que aceptar las exigencias de los grupos criminales.
Ese estado donde los jesuitas iniciaron su misión en Pátzcuaro y Valladolid (ahora Morelia) y que hoy es un estado fallido en toda la extensión de la palabra, donde ahora la misión de indígenas, en su mayoría purépechas, es luchar como pueden y con lo que tienen ante el crimen organizado, porque nuestro gobierno no tiene la capacidad o la intensión de hacerlo. Ahora sabes lo que significa la sonrisa de nuestro presidente cuando te reciba, es esa sonrisa nerviosa e hipócrita de lo que sabe y oculta, y que los mexicanos esperan puedas descifrar en cada una de las ciudades que visitas.
No Francisco, aún no has terminado, y ahora sí te diremos los mexicanos, Bienvenido al infierno a ese que nosotros conocemos como Ciudad Juárez, ciudad que te recibirá con todos los problemas antes mencionados en cada uno de los lugares que has recorrido. Ciudad Juárez, quinta ciudad más grande de México, y que lleva el apellido del conocido benemérito de las Américas, es ahí donde está la frontera entre este infierno que has visitado, y el paraíso que consideran algunos.
Ese paraíso de las barras y las estrellas que desprecia a los que han recorrido la travesía que tú has hecho, ese lugar que pregona El Sueño Americano.
¿Migrantes o refugiados?, ¿Personas o mercancía?, eso estoy seguro te preguntarás Francisco, el estado olvidado, lugar donde se empezó a acostumbrarse a los mexicanos a ver los feminicidios como algo de todos los días.
Cárteles de la droga luchando sin piedad, traficantes de personas dejando a su suerte a muchos de los que con esperanza hicieron ese recorrido al tan ansiado paraíso, o al menos que creen que lo es.
Esta es la ciudad donde te hincarás mirando al País del Norte, y viendo como esa frontera se ha convertido en el filtro de lo indeseable para Estados Unidos, no solo es el odio a los mexicanos, sino a hondureños, salvadoreños, centroamericanos y sudamericanos que buscan con esperanza cruzar este infierno.
Hace un año Francisco expresaste tu intensión de que Argentina no se “mexicanizara”, ahora entiendes por qué el gobierno, ese mismo que ahora te recibe, inmediatamente te envió una carta pidiendo que no “estigmatizaras”. Ahora entiendes por qué los mexicanos te esperan y te recibirán por las calles. Ahora comprendes la necesidad que uno de los países con más católicos en el mundo necesita que los escuches. Ahora sé que entiendes porque eres jesuita; no esperamos a un Rey Mago, esperamos a Jorge Mario Bergoglio, al papa Francisco, el papa que ha volteado a ver a los oprimidos y a los desvalidos. México espera al papa, no que resuelva sus problemas, sino al papa que escuche al pueblo.
Muchos se oponen a tu llegada, posiblemente porque los dos anteriores pontífices que arribaron a nuestro país, hicieron caso omiso a las peticiones del pueblo y solo se vieron como monarcas medievales visitando una nación que necesitaba ser escuchada.
Francisco mira el rostro sufriente de México, de este México que vive en el miedo y que seguramente siga igual después de tu visita, pero que espera que tú no seas igual de como llegaste. Este es uno de los miles de infiernos que se encuentran alrededor del mundo y no olvides la misión de la orden a la que perteneces: “Amar y servir” dos palabras que han perdido el significado en este país.
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