Por Fernando Ortiz C.
Christian Gerlach, profesor de historia contemporánea en la Universidad de Berna en Suiza menciona que “La violencia es un hecho de la vida humana. Algunos pueden tener la suficiente fortuna para no experimentarla, pero ninguna sociedad está libre de violencia, de asesinatos, violaciones o robos”. Esto es lo que hace tan solo unas horas se vivió antes, durante y tras el referéndum de la provincia separatista de Catalunya, la cual busca su independencia de España.
En una jornada de violencia y entre gritos de: “Fuera fascistas de nuestros barrios” contestados por un: “¡Viva España!, los catalanes vivieron horas de lucha, alegatos e incertidumbre, mientras el gobierno de Mariano Rajoy arremetía con argumentos de la ilegalidad de dicho referéndum pues la Constitución no contempla referéndum que conlleven razones separatistas.
Más allá de la tensión política, la sociedad civil vivió en carne propia la represión y la violencia de Estado por defender el ideal de lucha de la independencia de su región, y con ello las preguntas surgen sobre si la violencia es un instrumento de la política.
No se encuentran las salidas a esta situación, Madrid ha asegurado que el proceso fue ilegal y que nunca reconocerá los resultados, mientras los independentistas alegan airadamente que tienen derecho a buscar un nuevo comienzo como una región autónoma. Al final el resultado es violencia, un hecho que hace voltear al pasado de España y recordar el estado de pánico que provocó en su momento el grupo terrorista ETA, que mediante la violencia buscaba lo que hoy parece un camino sin fin en Catalunya.
Max Gluckman tiene la hipótesis que los conflictos sociales son un síntoma de inoperancia o degradación de un sistema social, lo cual se pone de manifiesto en la terrible gestión y gobernanza que ha tenido España en los últimos años, una nación sumida en crisis económicas, de empleo y con una endeble política migratoria que ha producido efectos de seguridad dentro del territorio español.
La violencia por la libertad en ocasiones es justificada bajo el hecho de que las sociedades tienen derecho a la autodeterminación y sobre todo si tiene poco o nada que ver con el alineamiento político y de identidad al que son supeditados. Pero ¿esto es justificable para desatar la violencia?, frente a esta pregunta Bourdieu señalaba que el Estado debe ser visto como encarnación y artífice del orden instituido, siendo capaz de producir tanto realidad social como estructuras mentales de percepción y pensamiento de dicha realidad.
Ahí es el punto de partida en la violencia social que circulaba por los medios de comunicación y las redes sociales, un Estado luchando contra sí mismo desde las entrañas, con un pueblo dividido entre ser libre o seguir en la opresión que la contraparte observa en la injusta forma de distribución y aportación de la región con respecto a otras localidades de España.
Represión de Estado para salvaguardar el interés público, es otra forma de justificación, y hoy un 2 de octubre esa idea está más que plasmada en el colectivo mexicano con lo ocurrido en Tlatelolco en 1968; estudiantes luchando por un ideal, un gobierno atrapado entre reprimir al pueblo o establecer un diálogo que rompería sus estructuras de poder, es así como lo podemos observar hoy en España, una comunidad que se aferra a su cultura mientras otra parte no la niega pero acepta la vinculación con la nación ibérica, una violencia desmedida en algunos casos por mantener el orden y lo que supuestamente dicta la ley y entonces entre la confusión y las luchas internas lo único que se destaca es la violencia de Estado y la violencia civil en grupos de poder por las ideas que enmarcan sus ideales.
La violencia es ese concepto tan odiado y al mismo tiempo tan arraigado en la especie humana, se dice que violencia genera más violencia, pero entonces algunos se preguntan ¿cómo luchar contra instituciones que no están dispuestas a cambiar? Y ahí es donde se justifica de alguna forma la acción, violentando el estado hegemónico es una forma de llegar a transformarlas.
La reflexión queda en ese punto caótico y de inflexión del uso de estrategias violentas, no justifico al gobierno español ni las acciones del pueblo catalán para ser escuchado, pero ante la incertidumbre y nula acción de diálogo las opciones se agotan y es en ese momento donde no queda otra forma de contrarrestar la libertad de algunos con la opresión de otros.
George Pelecanos dice: “A veces la violencia es necesaria” y añade: “Es en algunas ocasiones la única forma de combatir la injusticia”, una visión cruda y al mismo tiempo una forma de mirar el mundo frente a las constantes luchas que se dan prácticamente en cada rincón del planeta.
Violencia, independencia y opresión, un trinomio con sus aristas, con sus realidades y de una complejidad difícil de entender pero el estudio de la violencia es una forma de perseguir el camino de la paz.
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