Rancho Viejo, el pueblo de las bodas tristes
Hace unos días el video de una “boda triste” se viralizó en Facebook, pero se desconocía dónde había sido grabado.
El canal de noticias Univision realizó una investigación al respecto y encontró que la grabación fue hecha en el municipio de Tlacoachistlahuaca, Guerrero.
El video causó polémica debido a que la celebración no parecía ser motivo de alegría para los novios, pues ambos lucían tristes, especialmente la novia, quien no mostraba emoción alguna.
Fue entonces que surgió la especulación de que podría tratarse de un matrimonio forzado, hecho que aún es común en algunas comunidades de México. Ese es el caso de Rancho Viejo, un pueblito de apenas mil habitantes en Tlacoachistlahuaca, Guerrero, lugar donde se llevó a cabo la unión difundida en redes.
Reporteros de Univisión, lograron contactar a la familia de los jóvenes que aparecen en el video, pero ninguno quiso responder cuestionamientos respecto a la boda.
No obstante, logró constatar que Rancho Viejo está lleno de “novias tristes”, pues de acuerdo con Juan Carmona, alcalde de dicho municipio, en Rancho Viejo y otros pueblos aledaños las bodas forzadas son algo muy común, y se trata de una tradición indígena que data de hace más de 200 años.
Se trata de un acuerdo económico entre los padres de los futuros esposos, el cual se realiza incluso aunque estos no se conozcan.
“Ellos lo ven normal. La venta de las hijas es muy común. Tener hijas es muy redituable para ellos, porque cuando tengan 12,13,14 años las venden”, dice el alcalde.
Pese a ir contra la voluntad de los jóvenes involucrados, este hecho no es considerado un delito, pues estos acuerdos se amparan en las leyes de ‘usos y costumbres’ indígenas.
A decir de Carmona, el precio de una mujer lo determina su edad. Una niña de 12 años es vendida hasta en 18,400 dólares, mientras que una mujer mayor de 20 años cuesta 5,200 dólares, pues la consideran “quedada”.
Sin embargo las negociaciones no se hacen sólo con dinero, pues muchas veces se incluyen regalos como ganado, cajas de bebidas alcohólicas, cientos de refrescos y decenas de bultos de maíz.
Un informe de la ONU dado a conocer en 2008 dio a conocer está práctica que persiste en las comunidades de Guerrero y Chiapas, donde varias mujeres denunciaron haber sido obligadas al matrimonio.
Además aseguran haber sido víctimas de maltrato tras la boda, primero al ser obligadas a tener relaciones sexuales con sus esposos, para luego llevar una vida de violencia donde “las amenazan, las golpean, les gritan, las pisotean, las ven como un animal”, narró Eulogia a representantes de la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
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