Diego rescató a Paty de entre los escombros del edificio de Álvaro Obregón 286
“Mi trabajo era darles toda la confianza, en ocasiones prometerles que las íbamos a sacar, sin saber si eso era posible”, dijo el paramédico
Después de 10 días, Diego Arcos, paramédico de la Cruz Roja, se reunió con Paty Acevedo, una de las dos mujeres que rescató en el derrumbe de Álvaro Obregón 286 en la colonia Roma, Ciudad de México, luego del sismo del 19 de septiembre.
“No, es que yo ya no podía, Diego, y tus palabras de aliento me dieron fuerza. Yo decía ya no voy a morir. Me sentía muy protegida de escucharte y tú me decías, ‘después de Ivonne vas tú’, y yo pensaba que no iba a aguantar, que no me iban a sacar. Yo lo único que quería es que si me moría supieran que ahí estaba”, le dijo la mujer a su rescatista.
Cuando el temblor empezó, lo primero que hizo Paty fue buscar la salida, pero recordó que olvidaba su bolso y volvió por él, lo agarró, pero cuando ya salía se tropezó y alzó el brazo derecho para cubrirse la cara al ver cómo todo se desplomaba a su alrededor.
Cerró los ojos, escuchó los vidrios crujir, los llantos y gritos. Cuando abrió los ojos se encontraba boca abajo, con el brazo izquierdo atascado.
Paty encontró su celular y lo usó para golpear el concreto que la rodeaba. Gritó hasta que escuchó la voz de otra mujer: Ivonne.
Dos horas después, Diego y su unidad de rescate llegaron y entraron a la estructura en donde sólo seguía de pie la planta baja. “Entramos por el lobby del edificio, encontramos escaleras laterales, comenzamos a subir, llegamos al primer piso y gritamos: “Somos el equipo de rescate, ¿hay algún sobreviviente?”, contó el paramédico.
“Alcanzamos a escuchar una voz a lo lejos, entramos y empezamos a meter los polines para poder llegar y que no se derrumbara. Encontramos a Ivonne, era la primera, quien nos decía que tenía el hombro atorado. Pero detrás de Ivonne se escuchaba otra mujer y era Paty”, continuó.
Diego se presentó y las dos mujeres lo oyeron: “Mi trabajo era tratar de sacarlas de la desgracia, de esta situación tan difícil para mantenerlas conmigo. Darles toda la confianza, en ocasiones prometerles que las íbamos a sacar, sin saber si eso era posible”, dijo.
El pasado jueves Diego le contó a Paty que las lozas de los cuatro pisos que cayeron sobre ellas hacían casi imposible que las sacaran: “Intentamos otras medidas. Una de esas era ingresar por la parte de abajo, en el primer piso, calcular dónde estaban y hacer boquetes por la loza, pero nos dijeron que si hacíamos hoyos podríamos debilitar toda la estructura. Había un civil con nosotros, un ingeniero que dijo, si yo sé construir edificios también sé destruirlos”, dijo con una sonrisa.
Mientras realizaban el primer hoyo hubo una réplica. Paty escuchó voces: “¡Desalojen! Réplica de sismo”.
Hubo silencio unos segundos, pero Diego regresó por ellas. Ivonne se desesperaba, las lozas la aplastaban y a su lado sólo veía cadáveres y sangre.
“Hubo momentos en que Ivonne dijo que le cortáramos el brazo, pero nunca fue opción”, comentó Diego.
“Les prometo que las voy a sacar”, les repetía a las dos.
Luego de tres horas, el primer hoyo para liberar a Ivonne estuvo listo y después siguió el de Paty.
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