PRI y México
La historia de esta relación ya es conocida y vieja. Ya casi un siglo de conocerse y esta enfermiza dependencia persiste a través de los años: el PRI prometiendo cambiar y México apático y sin más opciones reales, permite que regrese. Así sucedió en 2012 año en el que regresó al poder el priísmo.
Golpes, infidelidades con los intereses de los gringos, olvido, desatención y violencia “intra-nacional” pueden ser algunas de las palabras que resuman su historia. Promesas de cambio de un futuro esperanzador son los sedantes que convencen a éste México de dar una nueva oportunidad al PRI de ayer, al PRI de hoy… al PRI de siempre.
Como PRI y priísmo me refiero a ese gen históricamente patentado por ese partido político que encontramos hoy en cualquier otro de oposición, priístas de clóset trabajando por que el régimen de corrupción, impunidad y crimen se perpetue, negociando entre ellos como iguales.
¿Qué podría hacer que este México de hoy exija un PRI diferente, un priísmo a la altura de los graves problemas nacionales? Para mí creo no hay otro ingrediente más que la vergüenza aguda y crónica.
Vergüenza en los viejos y los nuevos mexicanos.
Recuerdo la adaptación de Fernando Bonilla del guión de David Desola en su obra “Siglo XX que estás en los cielos”, donde se recrea una conversación de dos jóvenes mexicanos después de ser asesinados y que coinciden en el “limbo mexicano”, uno muerto a manos del ejército de Díaz Ordaz en la matanza del 68 y una muchacha muerta en Juárez de los años noventas. Hoy la escena sería muy similar si incluyéramos en ella a Julio César Mondragón, normalista desollado previo a la desaparición de los 43 normalistas. El limbo nacional está lleno de muertos por negligencia, corrupción y abuso de poder, ¿cuántos años de vida habremos perdido ya en los jóvenes que a manos de este gen priísta nos han sepultado?.
Dolor, indignación pero sobre todo vergüenza por vivir en un país donde el único derecho garantizado es el de morir ¿será lo que nos haga reaccionar?, parafraseando una canción de Silvio, ¿será entonces que diremos: “menos mal que existimos, los que no tenemos nada qué perder, ni si quiera la muerte”?
Vergüenza para la clase política en general, la pena ajena.
¿Se recuerdan en la foto de la firma del Pacto por México?, ¿se recuerdan en la misma mesa juntos y respaldando al PRI que una vez que los usó a punta de patadas los hizo a un lado cuando ya no los necesitó?. Pasarán a la historia como la clase política a modo, la que pactó con el presidente de la apariencia, el transformador de México, el de la poca sustancia e inteligencia promedio que sin mayor esfuerzo los convenció de apoyar sus causas. ¿Cómo se debe sentir ser parte de una generación política digna de ser bautizada como “vergüenza nacional”?. Clase política del cinismo que cada día tranza más en público, en cadena nacional, en las primeras planas de los diarios internacionales y que parece no tener llenadera.
Quizá le sobren años a esta relación PRI-México, no sé cuántos más serán, pero de lo que estoy seguro es que mientras uno dice aplaudirle, el otro más pena y vergüenza siente.
Por Lalo Rivera
Guionista de Mientras tanto en México y Chido y Chale
Twitter @soylalorivera
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