Por Pablo Montaño
Después de seis muy largos años, César Duarte (por fin) dejó de ser gobernador del estado de Chihuahua. Se le recordará con una deuda estratosférica, con un alto índice de secuestros, violencia en la sierra, escándalos de corrupción que incluyen la compra de un banco con dinero público y una fortuna millonaria inexplicable del ahora exgobernador. El estado respiró cuando los resultados de la elección favorecieron a Javier Corral, la enemistad entre el electo y el saliente garantizaban un nuevo aire. Sin embargo, Chihuahua se encuentra aún muy lejos de tener resuelta su agenda. Con resultados de huracán categoría 5, el Duarte del norte deja mucha tarea a su sucesor y a la sociedad en general; una tarea complicada si se considera que la deuda per cápita de cada chihuahuense es de $12,000.00, muy superior a los $4,486.00 de la media nacional.
Se trata de un reto para sumar esfuerzos o morir en el intento, ordenar prioridades y crear sinergia entre gobierno, sociedad civil, Iglesia y universidades. Hoy, nuestro optimismo de boyscout se ve truncado por la primera gran desilusión: La Iglesia Católica ha salido a reprobar el logotipo del nuevo gobierno estatal por tratarse de un “logo gay”. La utilización de los colores del arcoíris ha sido interpretada como un claro mensaje a favor de la comunidad LGTB. Con una conclusión digna de la cuenta parodia @SeñoraCatolica, el vocero de la arquidiócesis afirmó lo siguiente: “Cuando el gobierno del estado utiliza estos colores, si lo quiere decir inconscientemente, o subliminalmente, parecería estar enviando un mensaje.” La Biblia narra que Dios usó el arcoíris para prometerle a Noé que no volvería a destruir la tierra como lo hizo con el diluvio, pero era mucho esperar esta interpretación de parte de un órgano religioso.
Lo que nos lleva a concluir que estos líderes quizás viven un Chihuahua muy distinto al que se describe líneas arriba; uno donde la violencia no azota comunidades enteras, donde las mujeres y las niñas no desaparecen ante la impasividad o colusión de autoridades, un Chihuahua sin futuro empeñado y sin hambre entre las comunidades indígenas. Ellos ven uno donde lo más importante son los muchos colores de un logotipo, donde un mensaje de diversidad constituye una afronta para un gran sector de la población. Nunca antes la fobia en homofobia estuvo tan bien representada como entre estos jerarcas y su miedo irracional. La mala noticia, es que las recientes y vergonzosas marchas “por la familia” nos indican que estos señores no están solos.
@pabloricardo2
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