La desesperación orilló al ingeniero mexicano Gustavo Muñoz a crear un aparato que le permitiera tener una mejor calidad de vida.
En 2005 Gustavo fue diagnoticado con diabetes tipo 1. Desde entonces o pudo dormir, comer o hacer ejercicio sin hacer un juego mental de cálculos y probabilidades para tener controlados sus niveles de glucosa.
Entonces comenzó a experimentar con su propio cuerpo. Tras dos años de investigación, y una inversión de alrededor de 250 dólares, Gustavo creó un páncreas artificial que le permite tratar su padecimiento.
Este dispositivo lo creó con dos dispositivos que ya están en el mercado y un microprocesador programado por él mismo.
Gustavo se sumergió en la lectura de estudios científicos y comenzó a desarrollar algoritmos para convertir los resultados teóricos en un sistema real. Se define como una persona muy testaruda y detallista, y gracias a estas cualidades no ha pensado jamás en abandonar el proyecto. “Esta obcecación me hace estar en busca de mejoras. Siempre decido continuar y buscar cómo solucionar el problema”.
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