Miguel Ángel Jiménez Blanco era uno de los participantes más activos de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG) y unos de los que más participó en la búsqueda de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
El 8 de agosto pasado desapareció. En el grupo de Whatsapp que había creado para compartir información sobre Guerrero, y en el cual siempre estaba conectado, se esparció la alerta: en su celular estaban los números y nombres de periodistas y líderes comunitarios.
Jiménez explicaba que tener internet en sus teléfonos móviles lo cambió todo. Les hizo sentir parte de algo, de una red. “Los medios de comunicación son el poder. Pues bien, también estamos creando nuestros propios medios de comunicación y medios. Sin todo ese dinero, pero usando lo que tenemos a mano”.
Aprendió rápido. Otros activistas le enseñaron a utilizar la función de chat en grupos de WhatsApp. Así conectó con grupos similares en Cancún, en Veracruz, en Oaxaca.
Aprendió de estos grupos en WhatsApp que una sola persona podía compartir información con otras muchas y así comenzó a compartir notas, fotos y vídeos con todos sus contactos, que luego podrían republicar estos relatos de primera mano como noticias en los medios en los que trabajan.
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