Por Pablo Montaño
Teníamos un Parque Nacional en el Nevado de Toluca, desde el 2013 por decreto presidencial (ósea que sí, Peña Nieto es responsable directo e irrefutable) dejó de serlo. En su nueva categoría de Área Natural Protegida las restricciones y posibilidades de su uso son modificables de acuerdo a su Programa de Manejo. Cuando se le retiró de la lista de Parques Nacionales todos acusamos los intereses inmobiliarios y de turismo que sin duda depredarían la zona; para calmar estos absurdos e infundados rumores, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas publicó el borrador del Programa de Manejo, en él quedaban expresamente prohibidas la construcción de casas, hoteles, campos de golf y casas de campo “a fin de conservar los hábitat de cuyo equilibrio dependen la existencia, transformación y desarrollo de especies de flora y fauna silvestres existentes dentro del Nevado de Toluca.” (CNANP, 2013). Pero, ya no.
Teníamos un Área Natural Protegida que no permitiría la edificación de fraccionamientos, hoteles y campos de golf, desde hace unos días con la publicación de la versión final del Programa de Manejo del Nevado de Toluca ahora se permiten actividades de “turismo” en la Subzona de Asentamientos Humanos. Las restricciones que se presumían años atrás ya no existen. Además, se permitirá la tala de árboles en más del 30% del área, no nos asustemos, se trata de un manejo forestal sustentable, porque nada dice sustentabilidad como turismo y tala.
Y así, entre promesas de proteger y cuidar lo que yo estaba protegido y cuidado, perdimos uno de los 10 Parques Nacionales más grandes del país, superaba en tamaño al del Popocatépetl-Iztaccíhuatl y al del Pico de Orizaba. Una curiosa narrativa justificada en el “aprovechamiento” nos hizo entender que un sitio que recibía miles de visitantes cada año no era aprovechado dado que no se podía hacer negocio en él. Hoy, son sólo 93 las hectáreas en las que se podrá construir (en uno de los polígonos ya cabe un pequeño campo de golf), sería peligroso ignorar una vez más los rumores y paranoias que acusan que esto crecerá y no dudar de la promesas de que la nunca rigurosa SEMARNAT se superará en este caso. En la analogía de cortar la rama en la que se está sentado, vivimos el absurdo de autoridades y empresarios que le apuestan a sobrevivir el golpe de la caída y vender la rama a un buen precio.
@pabloricardo2
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