La joven describió el horror que vivió durante los cinco años que permaneció cautiva
Tras ser rescatada, su familia la culpó en vez de apoyarla
Pamela Muñoz Ruíz es una joven, originaria de Puebla, que fue víctima de explotación sexual y cuya historia llamó la atenión del Vaticano, llevándola a realizar un viaje para asistir a dos coloquios internacionales convocados por la Pontificia Academia para las Ciencias Sociales sobre tráfico de personas en la Casina Pío IV, un histórico edificio ubicado dentro de los Jardines Vaticanos.
De acuerdo con una publicación de El Sol de Puebla, la joven de 29 años de edad brindó su testimonio en el encuentro “Asistiendo a las víctimas de tráfico humano. Mejores prácticas para la reinserción, la asistencia legal y la compensación” y en la Cumbre de Juezas y Procuradoras sobre trata y crimen organizado.
Pamela detalla que estuvo cinco años cautiva en distintos estados del país, hasta que el 7 de mayo de 2012 fue rescatada por la policía de la Ciudad de México.
Según la joven, tenía sólo 19 años, cuando el divorcio de sus padres la llevó a dejar la preparatoria y a trabajar en una tienda de 24 horas. Sintiéndose abandonada por su familia, conoció un muchacho y se hicieron novios.
Los conflictos en su casa la llevaron a decidir mudarse con su novio. Fue entonces que todo cambió: el hombre le compró ropa provocativa y le anunció que se iba a dedicar a la prostitución. Cuando ella se negó, le dio una golpiza y amenazó con asesinar a su familia, por lo que Pamela terminó cediendo.
La joven fue llevada a una casona ubicada en el centro de Puebla, donde el primer día estuvo con 30 hombres, por lo que su pareja la felicitó. “Lograste la cuenta”, le dijo.
A partir de ese momento descubrió el mundo de la prostitución que tiene lugar en diversos burdeles del centro poblano, donde las mujeres permanecen contra su voluntad siendo torturadas psicológicamente.
Describe que “iban los médicos, policías, todos a tener los servicios, no sé si algún político” a quienes se les ofrecían 15 minutos, pero a ella la obligaban a terminar en cinco, porque si tardaba era golpeada.
“Si me tardaba un minuto más eran golpes, si miraba para otro lado eran golpes, si no cubría la cuota eran golpes. Durante esos tres años tuve tres abortos, por los golpes que me dio”, lamentó.
Pamela asegura que la esperanza de salir del abuso la perdió cuando le pidió a un policía ayuda y él le contestó: “Yo vine aquí por tus servicios, no para escuchar tu historia”.
En los hospitales, ni los médicos ni las enfermeras le preguntaban por la gravedad de las heridas, a quien cuestionaban era a su pareja. Después la curaban y la dejaban ir.
“Te pueden hasta matar los mismos clientes, si no les gusta tu servicio te matan. Conocí a muchas que las mataron en el cuarto de su hotel, porque estaban drogados. Uno casi me ahorca hasta matarme”, dijo.
Una denuncia anómina fue lo que permitió su rescate, tras el cual fue enviada a la Fundación Camino a Casa, donde finalmente recibió ayuda y meses después pudo ver de nuevo a su familia.
Sin embargo no recibió consuelo de ellos, pues sus padres y su hermana la culparon de lo sucedido y reclamaron haber tenido que vender todo y dejar Puebla por las constantes amenazas recibidas de la familia del tratante.
Aunque nunca los volvió a ver, Pamela logró salir adelante y ahora brinda su testimonio para ayudar a otros sobrevivientes de la trata de personas.
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