En la instalación Sendero de los redimidos que el artista neoyorquino Spencer Tunick, famoso por sus fotografías de masas humanas desnudas, realizó para el reciente Festival La Calaca, en San Miguel de Allende, Guanajuato, una de las últimas tomas fue hecha pensando en los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, desaparecidos hace casi tres meses en Iguala, Guerrero.
Con la finalidad de desarrollar el proyecto concebido en torno a las celebraciones del reciente Día de Muertos, Tunick convocó a un centenar de mujeres que se reunieron a las 5:30 de la madrugada el pasado 30 de octubre para la sesión fotográfica que empezó a las 6:55 horas.
No obstante el frío matinal, un largo collar de flores de cempasúchil sería el único adorno de las participantes.
La primera locación fue en la calle de Aldama. De allí el grupo se trasladó dos cuadras a Diez de Sollano, donde Tunick hizo varias tomas, primero con sus modelos de frente, luego con las guirnaldas alzadas, después arrodilladas a manera de ofrenda “por México”. También de espaldas.
Como si estuvieran muertas
En la tercera locación, la plaza de toros en la calle de Recreo, Tunick instruyó: “Vamos a crear un altar con personas acostadas y encimadas, arrodilladas y paradas. Relajadas, pero sin sonreír”.
Al respecto, se realizaron dos tomas sobre el piso de tierra suelta del toreo y una tercera en las gradas blancas de la plaza, con las participantes de pie y algunas sentadas sobre la barda.
Aunque siempre se había hablado de cuatro locaciones, al finalizar el trabajo en el toreo dio la impresión que todo había terminado, pero no.
A la salida de la plaza taurina, el artista les recordó el último estudio, pero con la advertencia de sólo querer a las que se “desvestían con rapidez”. Aclaró que no tenía nada de malo hacerlo con lentitud, pero para la última sesión no iba a funcionar.
Las mujeres participantes –muchas sin saber a dónde se diri-gían– avanzaron por Recreo hasta dar vuelta en Correo, la calle más empinada de San Miguel de Allende. De nuevo vuelta a la derecha en Barranca hasta llegar a Garita. Para esas horas la ciudad ya estaba en plena acción matutina.
En Garita hay una hermosa fuente en la mera esquina. Para la primera toma, el artista indicó a las mujeres que se acostaran alrededor de la fuente, como si estuvieran muertas. ¿Por qué les hizo esa observación?
A siete semanas de distancia, Tunick explica a La Jornada que no tenía en mente realizar esa toma. En el contacto que hizo llegar a este diario, las mujeres permanecen tiradas de espaldas, de costado o arrodilladas sobre la calle, la banqueta y el borde de la fuente.
Algunas tienen los ojos cerrados, otras, abiertos o con la mirada perdida. En la primera sesión, en la calle de Aldama, el artista les había pedido no sonreír, sino mostrar una cara serena: “Estamos aquí para crear una obra de arte, no se trata de una protesta o una fiesta”. Para la toma de Garita las mujeres estaban entre entumidas, cansadas y distraídas, sensaciones que transmiten los cuerpos y los rostros.
“No iba a pedir a las participantes que posaran en esa posición, sin embargo, no podía sacar de mi cabeza las matanzas. Así que creé esta propuesta que alude a la muerte”, expresa el artista, quien acaba de arribar a Nueva York, procedente de Moscú, donde presentó una exposición individual con motivo de los 10 años de la Galería RuArts.
Tomada de La Jornada
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