Ambos movimientos fueron diferentes
La distancia y el epicentro fueron determinantes
El especialista en sismotectónica, Raúl Valenzuela Wong, explicó para El Financiero que el terremoto de 1985 fue 30 veces mayor que el del pasado 19 de septiembre con magnitud de 7.1.
Aunque la percepción de daños y afectaciones podría ser similar, ambos movimientos tienen notorias diferencias, así lo explicó el especialista.
Los terremotos se miden en una escala logarítmica, de tal forma que cada unidad de magnitud corresponde a un incremento de raíz cuadrada de mil, o bien, de aproximadamente 32 veces la energía liberada.
Por ejemplo, en un sismo de magnitud 8 es 32 veces más grande que uno de magnitud 7, mil veces más grande que uno de magnitud 6, 32 mil veces más grande que uno de magnitud 5, y así sucesivamente, de acuerdo con el Instituto de Geofísica de la UNAM.
Raúl Valenzuela, investigador del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México, detalló que no existe relación causal entre ambos sismos, y las características son desiguales. La diferencia entre un sismo y otro es que el movimiento de 1985 se desarrollo a 350 kilómetros y el de hace una semana a 120 kilómetros.
“Sismos con epicentro en la costa, como el de 1985 (Lázaro Cárdenas, Michoacán), cuando llegan a la Ciudad de México tienen un predominio de lo que llamamos ondas superficiales, que son ondas de periodos más largos o de frecuencias más bajas, en contraste con el de hace una semana, que por su cercanía tuvo un mayor componente de ondas de cuerpo A, con frecuencias más altas”, explicó.
El especialista detalló que los movimientos con frecuencias más altas tienden a afectar estructuras más bajas, mientras que las bajas dañan estructuras a mayor altura, así lo explicó en la videoconferencia “Sismos. 19 septiembre 1985, 2017. Sus características”, realizada en las instalaciones del Servicio Sismológico Nacional (SSN).
El investigador desmintió los rumores que circulan respecto a que en México ocurrirá un “Mega Terremoto”, cerca de la Brecha de Guerrero, ubicada entre Acapulco y Zihuatanejo. Para conocer la actividad que se desarrolla en esta zona es necesario establecer el intervalo de recurrencia.
“Sabemos que nada ni nadie puede predecir un sismo, pero también sabemos que desde diciembre de 1911 no ha ocurrido un movimiento de gran magnitud en esa zona. Aunque han pasado 106 años, no tenemos datos de cuándo fue el movimiento anterior a 1911, así que no podemos establecer el intervalo de recurrencia. Pero lo que es un hecho es que no se ha liberado energía ahí”, destacó.
Por su parte, Leonardo Ramírez, miembro de la Unidad de Instrumentación Sísmica del Instituto de Ingeniería (II), detalló que los colapsos o derrumbes de la Ciudad de México se concentraron ahora en inmuebles de cuatro a ocho pisos, mientras que hace 32 años fueron en estructuras más altas, de hasta 20 niveles.
“En 1985, la ubicación de los daños fue en el área que corresponde a lo que fue el Lago de Texcoco (delegaciones Cuauhtémoc, Venustiano Carranza, sur de Coyoacán, Benito Juárez e Iztacalco), mientras que en 2017 fueron en la denominada zona de transición, al sur de la ciudad (Tlalpan, Coyoacán), lo que coincide con la orilla de lo que fue el mencionado lago”.
El especialista explicó que las construcciones que fueron levantadas después del terremoto de 1985 fueron construidas bajo un código de construcción anterior a ese año, ninguna fue reforzada o modificada bajo las normas recientes.
Los investigadores coinciden en que la actividad sísmica no tiene nada que ver con las tormentas solares, como se ha difundido en redes sociales, ni tampoco con el “fin del mundo”.
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