La producción de comida genera 11 gigatoneladas de gases a la atmósfera
Solo medidas urgentes y drásticas en la próxima década podrían evitar lo peor del cambio climático
El último informe del Panel Internacional para el Cambio Climático de la ONU (IPCC) publicado este jueves señala que mientras la población no cambie sus hábitos alimenticios, consumiendo más vegetales y carne producida con sistemas que utilicen menos energía, será imposible detener el calentamiento global.
El documento afirma que no basta con aplicar medidas a la producción de energía en las centrales eléctricas o los motores de los vehículos o bien transformar generadores de energía solar y eólica.
Desde octubre de 2018, el IPCC informó que solo medidas urgentes y drásticas en la próxima década podrían evitar lo peor del cambio climático limitando el aumento de la temperatura global a 1.5 grados centígrados.
Actualmente, la producción de comida genera 11 gigatoneladas de gases a la atmósfera, es decir 11 mil millones de toneladas de gases de efecto invernadero provocadas por las prácticas agrícolas, el cambio en el uso del suelo, el almacenamiento, transporte, procesamiento, empaquetado y consumo de los productos.
Expertos en el tema sugieren cambiar a lo que llaman dietas más saludables, que incluyan alimentos como: cereales, legumbres, verduras, frutos secos y semillas; al igual que carne pero con un proceso de producción que permitan un uso “menos intensivo” de energía.
El IPCC considera que los cambios en estos hábitos ayudarán a disminuir entre 1.8 y 3.5 gigatoneladas de gases terminen en la atmósfera, informó el sitio Sin Embargo.
Otro medida que ayudará es disminuir el cambio climático es el desperdicio de comida, ya que tirar menos alimentos reducirá la necesidad de consumir más, con lo que se rebaja la expansión de tierras dedicadas a la producción.
La mayoría de la superficie terrestre del planeta se dedica a producir alimentos o vestido. Hasta un 72 por ciento del suelo libre de hielo está destinado a mantener a la población. Este incremento en la producción de comida ha acelerado el uso intensivo de las tierras, obligando al incremento del uso de fertilizantes a base de nitrógeno y el consumo de agua para el riego.
El cambio de uso de los suelos para sostener este crecimiento global ha contribuido a la cantidad de CO2 lanzado “sobre todo por la deforestación”, detalla el documento, añadiendo que la desaparición de árboles para dar paso a campos de cultivo o pastos para rebaños incrementa la cantidad de óxido nitroso emitido (N2O) por la agricultura y la de metano (CH4) por el ganado.
Los investigadores detallan que a medida que la temperatura crece se exacerban los daños: mayor desertificación, más degradación del suelo, lo que se traduce en peores rendimientos de las cosechas. En consecuencia un previsible encarecimiento del producto. Sus previsiones apuntan a que los precios de los cereales pudieran subir hasta un 29 por ciento para 2050.
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