La verdad de una afirmación no tiene nada que ver con su credibilidad. Y viceversa. Robert Heinlein.
Una de las características distintivas de los trabajadores íntegros es la sinceridad, aún cuando se trate de manifestar sus propios sentimientos, un rasgo que contribuye a nimbarles del halo de autenticidad que les rodea. Por el contrario, quienes nunca admiten que han incurrido en un error o “exageran” acerca de un producto, de su empresa o de sí mismos, no hacen más que socavar su propia credibilidad.
La multiplicación de la violencia, la impunidad y la corrupción que campean en el país, rebasaron al gobierno del presidente Enrique Peña Nieto y evidenciaron la incapacidad del Estado para enfrentar estos desafíos y garantizar los derechos más elementales de los ciudadanos y de los inversionistas, lo que en su momento cuestionó el denominado “Momento México”, que ungió de un desbordado triunfalismo al gobierno reformista de Peña Nieto hasta hace apenas unos cuantos meses.
La alarma gestada por años con diversos momentos violentos, tuvieron su culmen con los crímenes de 22 personas en Tlatlaya, Estado de México, pero principalmente con el caso de Iguala, Guerrero, de septiembre pasado, en la que desaparecieron 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, y que reveló la sospechada connivencia de la policía local con el crimen organizado. Este último asunto desató el cansancio y la indignación de la sociedad en el país, con una reverberación de igual magnitud en el mundo, y que se agravó con la revelación de un presunto tráfico de influencias desde la Presidencia de la República en el caso conocido como “Casa Blanca”.
Con ese marco, el presidente Enrique Peña Nieto anunció 10 medidas para mejorar la seguridad, la justicia y el Estado de derecho, enarbolado como un conjunto de estrategias orientadas para enfrentar la inseguridad y la violencia a raíz de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas en Guerrero, justo en momentos en los que comenzaba a fortalecerse en el imaginario nacional un escenario de crisis de credibilidad y legitimidad.
Por: Francisco Vázquez.
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