El que quiere de esta vida todas las cosas a su gusto, tendrá muchos disgustos.
Francisco de Quevedo
Los sangrientos e inadmisibles hechos suscitados en los últimos meses en México han despertado en mi ese profundo disgusto que dormía en mi interior desde hace algunos años. Hoy por escrito y sin cortapisas me declaro “DISGUSTADO”.
En lo personal considero que hay muchos que compartirán conmigo este lacerante disgusto, sin embargo también reconozco que habrá quienes en ejercicio de su derecho existencial de disentir verán y leerán mi texto al tiempo que citarán verbalmente a mi progenitora.
Hay muchas cosas que me disgustan, algunas de interés común y otras tantas tan triviales que prefiero guardarlas en el baúl para no causar irrisión colectiva. Aquí algunas de interés común que me aturden en estos días difíciles:
1).- La masacre a manos de militares de 22 personas en Tlatlaya.
2).- La desaparición de 43 normalistas en Iguala.
3).- La incongruencia del presidente Enrique Peña al señalar que existe debilidad institucional en los Estados pero hasta hoy no reconoce la vulnerabilidad de su gobierno.
4).- El desfile de decálogos presidenciales presentados sólo como distractores calmantes y no como solución a los problemas del país.
5).- El cinismo e incongruencia de algunos cupulares perredistas y de AMLO para deslindarse de Abarca y su esposa a los que seguramente en los buenos tiempos palmearon y apoyaron.
6).- Que a pesar de las torpezas, inoperatividad, despotismo e incompetencia de varios miembros del gabinete de Peña Nieto, este siga empecinado en mantener en el cargo que les encomendó a esos sus amigos perdona vidas.
7).- Que se haya ido del cargo de gobernador Ángel Eladio Aguirre Rivero por debilitamiento institucional y no poder esclarecer los hechos sangrientos de Iguala y que Enrique Peña Nieto que está actualmente en situación similar ni siquiera considere la posibilidad de renunciar.
8).- Que en mayor o menor dimensión, es hora de reconocer con sensibilidad, que todos hemos fallado en algo, que de algún modo como ciudadanos no hemos contribuido como se debe para sanar a nuestro enfermo país.
Nos guste o no, es tiempo de reconocer que las ideologías, colores partidistas, el fanatismo, la religión, el amor de propiedad y otros tantos factores nos han pulverizado como sociedad y que, por desgracia, cada uno rema por su lado, no remamos como una gran familia para evitar el naufragio de este barco llamado México.
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