Hay momentos en que el pueblo sintetiza en la acción los pasajes más significativos de su historia.
Agustín Tosco
El primer desfile organizado en la vida independiente de nuestro país sucedió en 1821, el 27 de septiembre, con motivo de la histórica entrada del Ejército Trigarante a la señorial ciudad de México con el indiscutible libertador de México don Agustín de Iturbide al frente de 16 mil jinetes.
Con Porfirio Díaz, años después, se cambió la fecha del desfile del ejército, recordando a Iturbide al 16 de septiembre, porque Díaz asoció el festejo del inicio de la Independencia con su onomástico el 15 de septiembre.
Años más tarde el desfile fue el símbolo de la unidad entre los diferentes grupos que se disputaban el manejo del gobierno.
El 16 de septiembre de 1910, desfilaron 5 mil soldados pero la nota destacada fue que lo hicieron con uniforme de paño azul y en lugar de sombrero, usaron por primera ocasión quepís.
El 27 de septiembre de 1911 se organizó un desfile y un festival militar en el Hipódromo Condesa con carreras de caballos conmemorando la Consumación de la Independencia.
En la ciudad de México el desfile sufría año tras año alguna variación pero generalmente éste daba inicio en la Columna de la Independencia con rumbo al Palacio Nacional.
Los soldados de infantería, durante el desfile, presentaban maniobras militares y los jinetes de caballería brindaban un extraordinario espectáculo ecuestre.
Años más tarde se cuidó que los caballos del Ejército fueran del mismo color, del mismo pelaje, con lo que aumentó la uniformidad y la marcialidad.
Desde entonces y desde la madrugada los contingentes militares en todas las plazas forman para organizarse y dar inicio al desfile. El pueblo de México se vuelca siempre para vitorear a su ejército.
Tanto el Cuerpo de Caballería del Pentathlón como los cadetes de caballería del Heroico Colegio Militar iniciaron con la costumbre de aumentar la dificultad y espectacularidad montados en briosos corceles, con las carreras cosacas, el circo romano, las pirámides ecuestres y el salto de obstáculos…
El desfile del 20 de noviembre se ha caracterizado por ser más deportivo que militar convirtiéndose en un verdadero espectáculo, y es ocasión para que los planteles militares, el Pentathlón, escuelas de toda índole, sindicatos, deportistas de cuanta disciplina exista, charros, etc., muestren ante el público y las autoridades la mejora en su adiestramiento.
Desde el punto de vista de la ordenanza militar, un desfile sirve:
a) para que las autoridades civiles y militares pasen revista de las tropas.
b)- Para que se rindan honores a vivos o muertos que lo merezcan.
c).- Para que se constate el grado de avance en el adiestramiento de las tropas.
d).- Para que el pueblo vea a sus fuerzas armadas.
e).- para que los enemigos de la Patria, internos o externos vean la capacidad disuasiva de las fuerzas armadas en cuanto a armamento y adiestramiento.
Con el paso de los años, se aceptó que junto al Ejército Mexicano desfilaran con allta distinción, primero en septiembre de 1938 el Pentathlón Deportivo Militar Universitario, alguna vez la Legión de Honor y a partir de 1941 la Academia Militarizada “México”. Esto en la ciudad de México. Años después se sumaría por su cantidad y calidad la Universidad Militar “Latinoamericana”, la elite de las escuelas militarizadas.
Ayer 20 de noviembre, militares, el Pentathlón, escuelas de toda índole, sindicatos, deportistas de cuanta disciplina exista, charros, etc., se quedaron melancólicos en sus cuarteles, escuelas, centros de trabajo o en sus casas cargados de melancolía.
Ayer en la capital de México no hubo desfile, fue un día lleno de múltiples protestas y manifestaciones de repudio y hartazgo de los ciudadanos contra la violencia, la corrupción, las torpezas y excesos de unos “gobernantes” insensibles e incongruentes que se sienten dueños de México, no así de la sangre y el dolor en que se encuentra hundido.
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