La sociedad en cada estado es una bendición. El gobierno, en su mejor estado, es un mal necesario y en su peor estado es intolerable.
Thomas Paine
En las últimas semanas Enrique Peña Nieto no mendiga unas cuantas monedas como miles de indigentes en México, sino un ápice de credibilidad entre sus connacionales que cada día se saben más indefensos ante el organizado crimen y ven con recelo el desempeño de su gobierno al enfrentar en medio de tumbos la profunda crisis por la que atraviesa el país tras los hechos sangrientos de Tlatlaya y las desapariciones en Iguala.
Dos escenarios sangrientos masivos bastaron para sepultar ante los ojos del mundo la percepción que se tenía de México durante el gobierno de Enrique Peña Nieto. Primero, la masacre en Tlatlaya, Edomex ha sido calificada por organizaciones internacionales como una de las más grandes tragedias en materia de Derechos Humanos en nuestro país. También puso en evidencia las ejecuciones extrajudiciales en manos de fuerzas del Estado. Fueron militares los que participaron el 30 junio pasado en el operativo en el que murieron 22 presuntos delincuentes, varios de ellos ejecutados a mansalva.
No bien se asimilaba la magnitud de lo acontecido en Tlatlaya, cuando llego la triste y trágica noche del 6 de septiembre en Iguala, Guerrero. Donde normalistas de Ayotzinapa fueron atacados por policías y el grupo criminal Guerreros Unidos, la Fiscalía General de Guerrero tuvo el primer reporte sobre los sucesos de violencia en esa localidad durante la noche del 26 y en las primeras horas del 27 de septiembre. El resultado, varios muertos y 43 normalistas desaparecidos en completa impunidad hasta hoy.
Después de este clima de terror y las consecuencias políticas y sociales que ya está generando el descontento e indignación de la ciudadanía por todo lo acontecido, el gobierno de México que encabeza el priista Enrique Peña Nieto está obligado a esclarecer los crímenes, detener a los responsables y aplicar la Ley sin distinción a todos los autores materiales e intelectuales de los hechos violentos en cuestión. Peña, no tiene alternativa.
La ultima y nos vamos… Al escuchar el audio más reciente de Servando Gómez Martínez “La Tuta”, me queda claro que “El Profe” tiene bien entendido cuál es su destino como delincuente, solo que antes de cumplir con él, quiere dejar situados en su justa dimensión y espacio a cada uno de los actores políticos con los que ha tenido contacto o arreglo como él dice. También se nota en su ánimo el interés de hacer públicas las posibles componendas entre peñistas y michoacanos. Abundaremos…
*Esta columna refleja sólo el punto de vista de su autor
Por: Francisco Vázquez
@PACOVASQUEZP
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