Los visitantes aprovechan para llevarse al mes 10 kilos de estas piedras y utilizarlas como elemento decorativo
Autoridades locales y especialistas advierten del daño ambiental que genera esta práctica
La Playa del Hierro, al norte de Fuerteventura, en España, se está volviendo en un destino turístico muy visitado desde hace más de un año, luego de que en Instagram se popularizara la historia de este sitio que en lugar de arena tiene algas calcáreas en forma de palomitas de maíz, lo que genera que los visitantes se lleven en promedio 10 kilos de estas piedras al mes.
A través del hashtag #PopCornBeach han sido compartidas desde el 2015 diversas fotografías del lugar. Hasta el momento se registran más de mil, lo que ha permitido que esta peculiar isla saliera del anonimato.
Las características físicas de la playa es lo que ha llamado la atención de los visitantes. Las algas calcáreas se reproducen en el mar a unos 20 metros de profundidad, explica el biólogo Francisco Otero, del Instituto Ecoaqua de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y agrega que el crecimiento de éstas es muy lento, aproximadamente un milímetro al año.
“Algunos de ellos llegan a medir hasta 25 centímetros, lo que significa que han vivido más de 250 años. Durante su periodo vital combaten el cambio climático por su absorción del dióxido de carbono del mar, a la vez que por sus formas llenas de cavidades sirven de depósito para que otras especies pongan sus huevos”, por lo que con ayuda de las grandes mareas son arrastrados hasta la superficie y una vez muertos, después de miles de años de erosión, se convierten en arena.
Al respecto, Esther Martín, paleontóloga y conservadora del Museo de la Naturaleza de Tenerife, explicó que a pesar de que la zona en la que se encuentra la playa no está catalogada como espacio natural protegido, “la Ley de Costas no permite llevarse los rodolitos, al igual que ningún otro elemento como arena o piedras, y que hacerlo lleva aparejada una sanción”.
La especialista detalla que la mayoría de los esqueletos de algas de esta playa tiene unos 4 mil años, aunque en determinadas zonas los hay en estado fósil después de haber pasado a la intemperie más de 120 mil años. Calcula que, en una estimación conservadora, y solo por el aeropuerto, los visitantes que abandonan la isla podrían estarse yendo con diez kilos al mes, 120 kilos al año, más de una tonelada en una década. Y lamenta que con ello están obstaculizando el proceso natural de formación de la futura playa de arena.
Por su parte, el alcalde de La Oliva, Isaí Blanco, explica que, desde siempre, la población local ha cogido pequeñas cantidades de rodolitos para utilizarlos como elemento decorativo en sus casas, pero en los últimos años, con la paulatina afluencia de turistas, las piedras son llevadas a manos llenas, por lo que el ayuntamiento está desarrollando la campaña de sensibilización: “Pasa sin huella por La Oliva”, la cual está dirigida a residentes y visitantes del municipio, informó El País.
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