Respecto a su muerte hay varias teorías, algunas señalan que se suicidó, que sufrió de una hemorragia cerebral o que alguien lo asesinó
Durante mucho tiempo la noticia de su muerte se creyó una mentira con fines políticos
El 1 de mayo de 1945, la radio de Hamburgo informó entre música solemne, de Richard Wagner y la Séptima sinfonía de Anton Bruckner, que el líder alemán Adolf Hitler había muerto.
“Nuestro Führer, Adolf Hitler, ha caído esta tarde en su puesto de comando en la Cancillería del Reich luchando hasta su último aliento en contra del bolchevismo y por Alemania”, informaron a las 22:00 horas, momentos antes de cederle el micrófono al jefe de la Armada alemana, Karl Dönitz, quien dijo que el líder nazi lo había nombrado su sucesor.
No obstante, al día siguiente, The New York Times aseguró que la supuesta muerte de Hittler era una mentira y que podría haber sido usada como una estrategia política ante el mundo en un esfuerzo por salvarse.
“Los presos políticos alemanes con los que conversé, en general, no confían en la información. Sospechan que hay un truco detrás del anuncio. Hitler había sido tan bandido que algunos creen que era incluso incapaz de morir honestamente”, denunció el periódico.
Otra versión respecto a la muerte del líder alemán fue difundida por el número dos del ministro nazi de propaganda, Joseph Goebbels, quien aseguró que Hitler se suicidó en el búnker de la sede de la cancillería en Berlín.
En tanto, la agencia de noticias japonesa Domei informó que había muerto durante un ataque de artillería soviética sobre su residencia.
Por su parte la agencia UP destacó que un ex alto funcionario del Ministerio de Exteriores nazi aseguró que Hitler había fallecido varios días antes a causa de una hemorragia cerebral y que había sido llevado a la capital alemana para morir como un héroe.
Para el 4 de mayo, la prensa soviética indicó que el Ejército Rojo no había logrado entrar en la sede de la Cancillería alemana, donde estaban las oficinas de Hitler, pues se encontraba en llamas y sus estructuras estaban al borde del colapso.
Dos días después lograron entrar y encontraron una gran cantidad de cadáveres en la Cancillería, pero ninguno coincidía con Hitler ni con Goebbels.
No obstante, el 8 de mayo, un general ruso anunció el hallazgo en las ruinas de Berlín de un cuerpo abaleado que fue identificado como Hitler por miembros de su propio servicio doméstico.
Sin embargo, para junio de ese mismo año, las autoridades soviéticas informaron que los restos de Hitler no habían sido encontrados y que, probablemente, él aún estaba con vida.
Meses después comenzó a circular información respecto a que el líder nazi había sido visto en diferentes lugares y muy distantes entre sí.
“Se informó que Hitler estaba viviendo como ermitaño en una cueva cerca del lago Garda, en el norte de Italia. Otro reporte decía que ahora era pastor en los Alpes suizos. Una tercera versión apuntaba que era croupier en un casino en Evian (Francia). Fue visto en Grenoble, en St. Gallen (Suiza) e incluso frente a las costas de Irlanda”, escribieron los historiadores Ada Petrova y Peter Watson en el libro “La muerte de Hitler”.
Del mismo modo, las autoridades estadounidenses interceptaron, en julio de 1945, una carta en la que se aseguraba que Hitler vivía en una hacienda en Argentina, ubicada a unos 700 kilómetros de Buenos Aires.
Una versión más asegura que el cuerpo de contrainteligencia soviética selló el jardín de la Cancillería y el búnker donde el líder nazi se había instalado desde enero cuando el Ejército Rojo avanzaba sobre Polonia rumbo a Alemania.
Y para el 5 de mayo de 1945, los agentes del Smersh hallaron el cadáver de Hitler y de su pareja, Eva Braun, enterrados en un hueco abierto por una bomba en el jardín de la Cancillería, informó la BBC.
Los cuerpos habían sido rociados con gasolina y estaban parcialmente quemados. El de Hitler era difícil de reconocer, por lo que una vez en la morgue le removieron la mandíbula para intentar identificarlo a partir de la dentadura.
Los cuerpos de Hitler y de Eva Braun fueron enterrados y parcialmente quemados en una zanja abierta por una bomba en el jardín de la Cancillería alemana.
Dado que los soviéticos habían confirmado desde el principio la muerte del líder nazi, ¿por qué siguieron alimentando durante años la idea de que estaba vivo?
“La estrategia de Stalin, evidentemente, era asociar a Occidente con el nazismo y hacer ver que los británicos o los estadounidenses debían estar ocultándolo”, escribió Beevor en su libro “Berlín, la caída 1945”.
Según los historiadores, Stalin tuvo gran interés por conocer el destino de Hitler pero, una vez que lo supo, guardó el secreto.
Moscú contaba con una gran ventaja para defender su versión: tomaron y controlaron Berlín de mayo a comienzos de julio de 1945, cuando se establecieron las zonas de ocupación.
En el 2009, el jefe de Archivo de la policía secreta FSB (sucesora de la KGB), Vasily Khristoforov, informó que los restos de Hitler fueron incinerados en 1970 y las cenizas lanzadas al río Biederit. Con ello evitaron que su tumba se convirtiera en un santuario nazi.
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