Por Andrei
México tiene una biodiversidad envidiable. Es considerado un país megadiverso, con una amplia gama de especies y ecosistemas.
Junto a China, India, Colombia y Perú, alberga entre el 60 y 70 por ciento de la diversidad biológica conocida de mundo y prácticamente todos los tipos de vegetación terrestres conocidos. Además, hay ecosistemas completos que sólo están en nuestro país, según la Conabio.
México es un paraíso, pero está en peligro.
Según información del Instituto de Ecología de la UNAM, en las últimas tres décadas se ha perdido el 40 por ciento de la fauna que había en el país (¡el 40 por ciento!) y hasta un 30 por ciento de la flora y fauna se encuentra en peligro de extinción (El Universal).
La carencia de políticas efectivas en materia ambiental es un factor determinante para esta crisis de la biodivesidad que no se limita a las fronteras de nuestro país y que nos afecta a todos.
Nos afecta a todos en términos económicos, de salud, de alimentación, de seguridad (en situaciones de catástrofes naturales, como inundaciones, por ejemplo), de vivienda (desplazamientos), etcétera.
Un medio ambiente sano es un Derecho Humano.
La pésima política en materia ambiental mexicana ignora, permite o hasta facilita el descuido y desmantelamiento de las Áreas Naturales Protegidas; la deforestación para actividades mineras, ganaderas, turísticas o industriales; la sobreexplotación de especies y recursos naturales; la contaminación descontrolada de la tierra, de los ríos, de los mares; el tráfico de especies…
Aunado a ello, hay persecución de activistas y defensores de la tierra, de los bosques, de los ríos, de las comunidades que en ellos habitan.
Es bien sabido que los poderosos anteponen los intereses económicos de un puñado de ricos al bienestar ciudadano pero, ¿por qué tenemos que permitirlo?
En nuestro país, la justicia sólo puede ganarse si se lucha.
Un ejemplo de justicia en materia ambiental es el caso Tajamar.
Luego de una lucha legal de un par de años, iniciada por habitantes de Quintana Roo y respalda por organizaciones ambientalistas, ciudadanos de Cancún (ciudadanos comunes, como usted y como yo) lograron detener el megaproyecto inmobiliario Malecón Tajamar que, en 2015, arrancaba su primera etapa de construcción devastando un manglar, hogar de múltiples especies de flora y fauna catalogadas bajo protección o en peligro e iba por mucho más.
Era un desarrollo promovido por el propio Gobierno Federal, que favorecía a la iniciativa privada.
A finales de este junio se informaba que un Juez ordenaba no ejecutar la autorización de impacto ambiental otorgada al proyecto, no emitir una nueva autorización y la restauración de la zona afectada de manglar.
Antes de esta grandiosa conquista civil hubo presión constante y seguimiento puntual. Ahí estuvo la gente, con el apoyo de organizaciones especializadas. Ahí estuvo.
La gente.
La gente, nosotros, podemos salvar al paraíso.
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