Poco después que el barco comenzó a inclinarse, hubo risas nerviosas, bromas sobre el Titanic y una plática acerca de selfies y mensajes en Facebook entre los estudiantes de secundaria que estaban bajo la cubierta del navío siniestrado.
Pero la atmósfera despreocupada pronto se tornó seria cuando la inclinación empeoró. Empezó a sentirse temor, y un estudiante preguntó: “¿De veras voy a morir?”.
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