Tras la sentencia se busca castigo para quienes encubrieron los crímenes
El día de ayer se dio a conocer que el Juzgado 55 de lo penal en la Ciudad de México condenó a 63 años de prisión al sacerdote Carlos López Valdés, acusado de abuso sexual y corrupción de menores.
Sin embargo, la condena al sacerdote es apenas la punta del iceberg de la red de pederastia y pornografía que existe al interior de iglesia católica.
Así lo manifiesta la periodista San Juana Martinez en una publicación de Sin Embargo, donde proporciona de talles de su investigación sobre el tema, tras la sentencia de López Valdés. El siguiente paso es ir contra sus encubridores, encabezados presuntamente por el cardenal Norberto Rivera Carrera
Carlos López Valdés, actualmente de 74 años de edad, abusó durante años de sus monaguillos y otros niños acólitos, además de fotografiarlos semidesnidos para intercambiar las imágenes en una red internacional de pornografía infantil que manejaba desde las parroquias.
“Él tenía un arsenal de fotografías pornográficas. A él le gustaba hacerse fotos cuando abusaba de los niños. También le gustaba tomarles fotos a los niños desnudos. Tenía miles de fotos en su computadora. Cuando dejé la iglesia pude sacar sólo un disco, pero tiene cientos de discos. También tenía fotos en memory stick”, asegura Jesús Romero Colín, quien fue una víctima del sacerdote.
Romero Colin asegura que es la misma gente quien fomenta a los sacerdotes la idea de que son omnipotentes, lo cual se agrava con la impunidad que viene de las autoridades, quienes tienen conocimiento de los hechos y no actúan en consecuencia.
López Valdes manejaba una red de pornografía infantil, intercambiando fotos con gente de México y Estados Unidos, hechos de los que fueron testigos los menores abusados sexualmente por este sacerdote
El material contenido en el CD rescatado por Romeo Colín constituyó una prueba crucial en el caso, pues la identificación de las víctimas y el victimario fue absoluta.
Las imágenes demuestran que el propio sacerdote tomaba las fotos de los niños mientras dormían o durante el abuso sexual. Se trata de imágenes domésticas, aparentemente cotidianas, en diferentes estancias como el baño, la sala, el dormitorio, el jardín, la alberca o estancias de su casa.
Estas fotografías son la confirmación contundente de niños y adolescentes explotados, esclavizados, violados siempre por un sacerdote que se muestra siempre sonriente, porque se sabía impune y protegido.
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La demanda interpuesta el 17 de agosto de 2007 contra el sacerdote Carlos López Valdés no sólo lo involucra a él, sino a los protectores del presbítero, por lo que a su sentencia se añade una demanda para que él y sus protectores paguen la reparación del daño que deberá ser cualificada próximamente.
El juicio incluye el proceso contra los presuntos encubridores: el cardenal Norberto Rivera y los obispos Jonás Guerrero y Marcelino Hernández, quienes minimizaron las denuncias contra López Valdés y lo enviaron a supuestas clínicas de recuperación.
“La razón más obvia es que no cooperaron con la justicia entregando el expediente eclesiástico porque hay más prelados involucrados dentro e mi caso. Al corroborar los abusos, simplemente no fueron a denunciarlo ante la justicia y eso los convierte en cómplices” puntualizó Romero Colín.
Mientras sucedían los abusos, Norberto Rivera fue enterado del caso y le dijo al propio sacerdote ahora encarcelado: “Tú estás a cargo de tu obispo, que es Jonás Guerrero. Él verá lo que hace contigo”.
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