Por Alejandro Páez Varela
Alguien que se identifica en redes como “Jorge Cohen”, con la cuenta de Twitter “@CoquitoCohen”, escribió: “Más 400 mil burócratas de confianza (70%) se van a quedar sin trabajo. El restante 30% tendrá que hacer el trabajo de tres personas cada uno. Además los cambiarán de lugar de residencia. Y ahora, usando un término chairo, ¿a quiénes les va a arder más el culo?”.
Por supuesto que hubo respuestas. Y por supuesto es alguien que no simpatiza con Andrés Manuel López Obrador, a juzgar por la cantidad de tiempo que dedica a atacarlo desde hace meses. La mayoría de las respuestas que tuvo en Twitter fueron acordes con sus seguidores: critican el plan de AMLO de reducir el costo de la burocracia y de descentralizar las secretarías.
Me metí a ver más cuentas. No es “Jorge Cohen”: son cientos y entre ellos, algunos líderes de opinión. No ubiqué bots, los tan socorridos bots. Encontré dudas legítimas y ataques con mala leche, como el del tal “Jorge Cohen”. Dudas y mala leche basadas en (o alimentadas por) la desinformación. Se preguntan esto o aquello del plan de AMLO. O de los planes de AMLO. O de los retazos de los muchos planes que AMLO tiene y que sus cercanos y él mismo han venido liberando, sin orden, sobre proyectos importantes para la próxima administración.
Loretta Ortiz aparece un domingo y dice que el Papa Francisco ya aceptó acudir a los diálogos de pacificación, y hasta da detalles: una “videoconferencia”. Y hasta por qué vía: Skype. López Obrador aparece el mismo domingo y se dice escéptico de esa respuesta que supuestamente dio el Papa. El Vaticano aparece el lunes y dice: nones, no es cierto, no hay tal respuesta. El martes aparece una carta de invitación formal, que data del lunes inmediato anterior, en la que López Obrador invita (apenas) a Francisco a los diálogos de pacificación.
Me entran dudas de ése retazo de plan (el de pacificación), y de otro que sé que preocupa a miles y miles en todo el país: la reubicación de las dependencias.
Por WhatsApp pregunto a dos cercanos de AMLO, uno de ellos del equipo de transición. Les pido que si sabe de alguien que pueda explicarme con detalles, para publicarlo, para intentar, incluso, aclarar todo lo que se dice.
–Mejor espérate –es una respuesta (la resumo).
–Todavía no sabemos bien quién lo trae todo –otra respuesta (resumo también).
–Sugiero esperar –tercera respuesta, resumida, de una persona que fue activa en la campaña.
Entonces busco quién me hable sobre temas puntuales. De, por ejemplo, las negociaciones con Estados Unidos. Pregunto, para orientarme, si cabe la posibilidad de que México busque, con AMLO, un acuerdo bilateral con Trump que nos beneficie aunque signifique hacer a un lado a Canadá. Esa y otras dos preguntas más. Tampoco era mucho pedir.
Esta vez es un mensaje a la persona indicada, la que podría saberlo.
La respuesta es el silencio.
El miércoles, casi una semana después de que le pregunté a alguien cercano a AMLO si el nuevo Gobierno podría simpatizar con un acuerdo bilateral, Trump lo suelta: dice que lo buscará.
Me tomo vacaciones, mejor. Procuro que coincidan con las de AMLO.
***
“¡Apenas van 17 días de la elección!”, me dijo alguien del equipo de la Roma. Me regañaba por preguntarle.
Le expliqué la cantidad de desinformación que hay sobre muchos temas que sí son cruciales, que se deben atajar y explicar. Por ejemplo: hallé gente diciendo que encantados se irían a “provincia”.
“¿Pudo escoger ciudad?”, preguntaba en Facebook una burócrata federal que parece que trabaja en Salud. Tenía como tema principal de su home un AMLO sonriente. Una seguidora de AMLO, pues. Agregaba: “Yo sí me voy a donde me manden”.
AMLO ha dicho que esa desincorporación de secretarías se hará por partes. Ella no sabía. Miles no lo saben.
Sí, López Obrador ha dicho que va por partes. Pero lo ha dicho en conferencias donde ha soltado retazos de su plan anticorrupción, del destino de Los Pinos, de los aviones, del avión presidencial (en particular), del Estado Mayor Presidencial.
De su salario.
Ni los periodistas saben por dónde empezar sus notas. Y la burócrata que cito, por supuesto, no iba a buscar en diez medios qué decían sobre ella, sobre su caso en particular.
Justo, lo del salario: el día en que López Obrador soltó los 50 puntos (FUNDAMENTALES) de su plan anticorrupción y de austeridad, algunos periodistas y medios dejaron eso aparte y se fueron con el dato de la reducción del salario del Presidente electo, lo que dijo en la conferencia de banqueta. Los 50 puntos habían sido filtrados o entregados a algunos periodistas sin el mayor protocolo (aunque AMLO los anunciaría después). No eran noticia aunque eran, se suponía, o así lo presentó López Obrador, la GRAN NOTICIA. Tanto, que leyó los 50 al hilo.
Pero incluso el dato de la reducción de salario causó confusión.
Dos periodistas buscaban el lunes, desesperadas, el dato del salario del Presidente Enrique Peña Nieto.
La periodista Linaloe Flores de plano estalló en Twitter: “Señor @lopezobrador_ ¿Sería tan amable de especificar qué fuente oficial se tomó para calcular el nuevo salario del Presidente de la República? También si la nueva cifra es bruta o neta”.
***
Los chihuahuenses usamos una palabra para eso: reburujo. Creo que la mayoría la entiende. La RAE define: “Reburujar 1. tr. coloq. Cubrir o revolver algo haciéndolo un burujón”. Burujón: “Del aum. de burujo. 1. m. chichón (‖ bulto en la cabeza). 2. m. coloq. Cuba. Multitud de personas o cosas aglomeradas en un lugar”.
¿Es López Obrador el que provoca el reburujo? Sí. Creo que sí. Nadie de sus cercanos lo dirá pero yo no soy cercano, ni nada: soy periodista. Y creo que en gran parte es él.
¿Lo hace por mala onda, por perverso? No. Lo hace por ímpetu, por arrojo. Y diría que hasta por emoción.
¿Le ayudan en el desparpajo los que están cerca? Sí. No se serenan ni lo serenan. Y son los primeros que deberían ayudarle a poner serenarse. O al menos a transmitir ideas con orden.
Escribí la semana pasada, como recomendación: “La gente que los odia y que los quiere no les va a perdonar que se distraigan”. Tomé la frase de una letra de canción conocida, por supuesto. Aprovecho el reburujo (cuando parece que nadie lee y más bien canta) (sobre todo victoria) para repetirla.
Sé parte de la conversación