Pese a que hemos oído hablar mucho de algoritmos en los últimos tiempos, lo cierto es que pocos saben qué son realmente, ya que a menudo nos referimos a ellos de manera muy genérica e incluso, a veces, bastante tergiversada.
El uso de los algoritmos informáticos se ha disparado gracias al desarrollo de las nuevas tecnologías y la digitalización. Sin embargo, en realidad, un algoritmo es un concepto con siglos de antigüedad.
Hoy en día, en una sociedad en la que la caída de aplicaciones como WhatsApp o Facebook Messenger suponen un auténtico caos, a veces se habla de los algoritmos como si fueran entes con vida propia. Sin embargo, no existe “EL algoritmo”, sino múltiples algoritmos que dependen de personas que los definen y programan.
La definición de algoritmo que recoge la RAE es tan sencilla como “conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema”. Partiendo de esa base, encontramos multitud de tipos de algoritmos en nuestro día a día: desde las instrucciones para realizar una receta de cocina, hasta cualquier operación aritmética como sumar o dividir.
En el ámbito de la computación, los algoritmos son elementos básicos. Un algoritmo informático es simplemente el conjunto de instrucciones que se tienen dar a la máquina para que resuelva algún tipo de problema o lleve a cabo alguna tarea. Se trata de indicar una serie de pasos ordenados que la computadora debe seguir para alcanzar un resultado.
Ese el trabajo de los programadores: definir el algoritmo necesario para obtener la solución al problema que se les plantea. Una vez definido, se utiliza el lenguaje de programación para indicar a la máquina qué acciones tiene que seguir.
Aunque se haya convertido en una expresión popular hablar de “el algoritmo de”, por ejemplo, Instagram -cuya misión es principalmente recopilar información para presentar determinados resultados a los usuarios según su perfil-, existen diversos tipos de algoritmos que se utilizan en informática dependiendo de la función que hagan y la estrategia de resolución que utilicen. Y la mayoría de sitios web o redes sociales, incluido Instagram, utiliza varios tipos con distintos fines.
Los algoritmos más conocidos probablemente sean los algoritmos de búsqueda, que tanto domina Google, pero hay otros. Por ejemplo, los algoritmos de ordenamiento, también muy utilizados, o los algoritmos probabilísticos, que son muy interesantes porque tienen que introducir cierto grado de aleatoriedad para conseguir el resultado que persiguen.
Estos algoritmos probabilísticos se utilizan en plataformas como PokerStars, que necesitan presentar cierto grado de información aleatoria para llevar a cabo su tarea. En esta web de poker, se usan para garantizar que las cartas se reparten de forma aleatoria y no hay manera de predecir cuál será la siguiente; para ello, se incluyen métodos no computacionales azarosos (por ejemplo, el reflejo de un rayo de sol sobre un espejo) que determinan un input imprevisible.
En las webs de juego, como señalábamos antes, no solo se utiliza un tipo determinado de algoritmos, sino que ofrecen distintas experiencias y, por lo tanto, requieren varios tipos. En PokerStars, se puede jugar a poker online con usuarios de distintos lugares (con la complejidad que eso implica), pero también participar en torneos o en partidas súper rápidas; gestionar la cuenta de usuario; o consultar el historial de manos para aprender de ellas, entre otras muchas funciones que necesitan seguir una serie de acciones para llevarse a cabo.
Eso sí, todos los algoritmos funcionan en tres niveles: el input, que es la información que se le da al algoritmo para que trabaje con ella; el procesamiento de la información según los pasos que se hayan programado; y el output o resultados tras la transformación de los valores de entrada en el paso anterior.
Es en estos niveles, especialmente en la fase de entrada de información, donde se encuentran algunas de las cuestiones que se están discutiendo desde varios sectores de la sociedad. Especialmente cuando hablamos de algoritmos que se utilizan en la inteligencia artificial.
Algoritmos e inteligencia artificial
Los temas relacionados con el uso de la inteligencia artificial despiertan cada vez más interés, y parece claro que es una cuestión que debe abordarse ya. La inteligencia artificial está formada por algoritmos. Esta tecnología se sustenta en dos elementos principales; uno son los algoritmos, y el otro, los datos para configurarlos.
Si el objetivo último de la IA es replicar en las máquinas la manera en que funciona nuestro cerebro, los algoritmos serían los equivalentes a las neuronas. Los datos serían los impulsos que recibe nuestro cerebro y que las neuronas transforman.
Mientras se tenga control sobre los datos que utilizan los algoritmos y cómo los utilizan, las cuestiones éticas sobre el uso de la inteligencia artificial recaerán sobre las personas que desarrollan esta tecnología. Lo que no se sabe es qué pasará si las máquinas llegan a funcionar como cerebros y aprenden y toman decisiones por sí mismas, algo que ya empieza a ocurrir gracias al Deep Learning. Dicho de otra forma: qué pasará si los algoritmos empiezan a crear sus propios algoritmos.
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