Por Pablo Montaño
Ganó Trump y es pésima noticia, la peor y no caben las atenuantes de algunos indicadores o de pasiones antisistémicas. El racismo y su traducción en política, históricamente cuestan vidas y nada permite asumir que éste no será el caso. Hillary tampoco era buena noticia, pero existe una brutal y distante escala de grises; entre un establishment podrido y corrupto y la abierta propagación del odio, la misoginia y la xenofobia. Punto.
Primeramente, no creo en la idea de un EEUU mayoritariamente racista. La decisión a la que se le sometió al pueblo estadounidense a través de un sistema lleno de interrogantes, cajas negras y excepciones, hizo votar a muchos con un nudo en el estómago y a otros con falsas expectativas; expectativas basadas en mensajes parciales (la derrota de un modelo político, la defensa de una nación, las posibilidades de trabajo con la intervención de un gobierno todopoderoso) y un hartazgo ciego.
¿Qué nos queda? No perder la esperanza en el pueblo estadounidense (incluso en la fracción que votó por Trump). Sus miedos y prioridades nos sorprenden con un duro golpe a la armonía entre países y razas, pero esperemos en su bondad para reaccionar ante un régimen de terror y odio. Vendrán tiempos de fortalecimiento de la sociedad civil, seguir sus protestas y solidarizarse con difusión y apoyo será fundamental para generarle contrapesos a un gobierno que no los encontrará en el Congreso, el Senado o en la Suprema Corte. La democracia no debe bajo ninguna razón reducirse a la fatídica noche que vivimos ayer, precisamente este error es lo que permite las derrotas desde la ignorancia y la reacción. Hoy y mañana debemos seguir en una permanente campaña contra esas ideas que anoche nos robaron el sueño. Los votantes de Trump deben conocer a profundidad los efectos de su voto, no con la intención de recriminárselos, sino para permitirles recapacitar y unirse a este movimiento que debe cobrar su forma y su fuerza.
Temo por muchas personas, ideas y luchas que verán sus horas más negras y sus pruebas más difíciles. Temo por las mujeres, que fueron violentadas a lo largo de este proceso electoral y cuyas violaciones, una vez más, fueron hechas menos e invisibilizadas. Temo por los millones de mexicanos que viven en EEUU y fuera de él; la migración no la detienes, la complicas y la vuelves más peligrosa, pero seguirá. Temo por los musulmanes que habrán de enfrentarse al racismo triunfante, mal disfrazado de incorrección política. Desalentar la islamofobia es fundamental para combatir el terrorismo y para lograr la paz en y con el Medio Oriente. Temo por el planeta y el medio ambiente, la hora en la que nos encontramos requiere de acciones puntuales para mitigar los efectos del cambio climático y así salvar vidas, ecosistemas y países enteros; ahora tendremos un costoso letargo.
Todos estos temores son razones para no rendirse, para unirse. Tengo la certeza que se cometerán errores brutales y que las altas expectativas no se cumplirán, es en ese terreno donde habrá que construir nuevos consensos y nuevas alternativas.
Por lo demás, mucha fuerza y mucho amor.
@Pabloricardo2
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