Al hacer entrega de la basura, las jóvenes realizan la transacción a unas tarjetas de débito
Con ellas, la población de las comunidades puede adquirir casi cualquier producto, excepto cigarros y alcohol
Yuvia y Andrea García, dos jóvenes de 24 años, egresadas del Tecnológico de Monterrey, Campus Guadalajara, dirigen Protrash, para intercambiar basura por dinero en tarjetas de débito, en Jalisco.
La idea nació como un proyecto escolar que participó en Hult Prize, el concurso de emprendimiento más grande de todo el mundo.
En 2016, año en el que ellas participaron, el reto era doblar el ingreso de un millón de personas en áreas urbanas sobrepobladas. Las fundadoras concursaron con la iniciativa de intercambiar basura por alimentos, con lo cual llegaron hasta la final y se volvieron el primer equipo latinoamericano en competir por el premio de un millón de dólares.
No ganaron; sin embargo, “para nosotras nunca pasó por la cabeza no seguir. Sentíamos como si hubiéramos ganado, traíamos la bandera de México y dijimos ‘aquí no se acaba’. En ese punto ya habíamos generado una conexión muy fuerte con la gente en la comunidad y ellos eran nuestra razón de ser”, comentó Andrea.
La primera idea de Protrash era poner máquinas donde las personas pudieran cambiar su basura por alimentos. “Pero en el primer acercamiento a una comunidad nos dimos cuenta de que no tenían electricidad, además de que la máquina podría ser maltratada o robada. Comprendimos que el mecanismo no era el corazón del proyecto”, dijo Yuvia.
Actualmente, Protrash viaja en un camión a las diferentes comunidades marginadas a las afueras de Guadalajara. Yuvia contacta a los los líderes de las comunidades para acordar lugares a donde la gente acuda a entregar su basura.
Los desperdicios se separan en pet, plástico verde, mixto, lechero y aluminio; después se pesan en una báscula enlazada vía bluetooth a una aplicación la cual establece la cantidad de la transacción que se envía a una tarjeta de débito.
“Decidimos no cambiar la basura por alimentos, porque notamos que la gente necesitaba medicinas, útiles para sus niños y otras cosas. Con las tarjetas pueden comprar lo que les haga falta”, explicó Yuvia.
El dinero es depositado en las tarjetas en 24 horas y la gente puede comprar casi cualquier cosa con ellas, como alimentos, ropa, medicinas y hasta juguetes; sin embargo, cuentan con un bloqueo automático para no autorizar compras en cigarros y bebidas alcohólicas.
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