“La Casa Blanca de Enrique Peña Nieto”, el trabajo de investigación que puso a la luz pública la historia de cómo el presidente de la República y su familia entraron en posesión de una lujosa residencia, diseñada y construida a su gusto en dos terrenos adquiridos -ex profeso- en las Lomas de Chapultepec, fue distinguido con el Premio Nacional de Periodismo 2014.
Al respecto, Carmen Aristegui, involucrada en dicho reportaje, escribe:
En el más puro estilo del surrealismo mexicano, los periodistas que seremos premiados con el más importante galardón del periodismo nacional fuimos echados, de la peor manera posible, del espacio en el que desarrollábamos nuestra tarea, precisamente, por realizar ese y otros trabajos de investigación periodística.
De lo que ahí pasó y cómo pasó nos faltan por conocer varios capítulos y detalles. Falta saber, por ejemplo, cómo los que se comportaban de una cierta manera trastocaron sus biografías para comportarse de otra, diametralmente opuesta, y de cómo pasaron de la defensa de un modelo de periodismo libre e independiente -con herramientas prácticas para ejercerlo, con código de ética, ombudsman y un contrato de avanzada- a la postura de aniquilar y desaparecer todo lo que habían construido junto con los periodistas. Falta saber cómo los que sirvieron de instrumento tomaron como propia la consigna de la venganza y el exterminio contra los periodistas que publicamos ese trabajo y de cómo, aún ahora, no han frenado en el claro propósito de quien los usa. Del qué, cómo, cuándo, dónde y por qué de esta historia de censura algún día conoceremos los detalles. Lo único que queda claro es el atropello, la consigna cumplida y, ahora, este premio que reivindica el trabajo de los periodistas. Paradojas de un país, como el nuestro, que se debate entre la regresión autoritaria y los esfuerzos por no perder los espacios que creíamos ganados.
El trabajo sobre la Casa Blanca tiene, por sí mismo, méritos profesionales para obtener un Premio Nacional como éste. Sin embargo se intuye, también, que al otorgarlo el Consejo Ciudadano y su jurado envían un poderoso mensaje contra la censura, el despropósito y la ruindad. En tiempos de silenciamiento, simulaciones y ataques violentos contra periodistas en México, el Premio Nacional puede interpretarse no solo como el reconocimiento a la tarea profesional de un grupo de periodistas sino como un llamado, en voz alta, a defender la libertad de expresión y el derecho de la sociedad a estar informada en tiempos en que hay que repetirnos eso no una, sino mil veces. Doblemente gracias a quienes decidieron otorgar este Premio Nacional, por el reportaje de la Casa Blanca, al grupo de periodistas cuya tarea cotidiana fue brutalmente silenciada de la radio mexicana.
Fuente: Reforma
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