Marchas, manifestaciones, ira. Descrédito internacional: el país que, según la fachada de cartón y la revista Time iba a “salvar” Enrique Peña Nieto con sus reformas, ahora es, de nueva cuenta, uno de salvajes y funcionarios corruptos.
La turba furiosa incendia el Palacio de Gobierno. Recomendaciones desde el extranjero, exigencias de activistas y políticos desde el interior. Una sola voz que lleva poco más de tres semanas (por los 43 desaparecidos) o años (por un gobierno fallido): que Ángel Aguirre se vaya.
Pero no se va. No se va ni por la culpa. Porque no sólo está el cochinero de Iguala: es su gobierno, completito, el que se hunde desde un principio y tiene sabor a sangre e impunidad.
Ángel Aguirre tiene a su familia metida en la nómina, se dijo. No hizo nada. Ni él, ni su partido: el PRD. Les valió madre.
La entidad es un narcoestado, se le advirtió (o se le acusó, según se vea). Acapulco cayó en un baño de sangre; los pueblos y la capital, Chilpancingo, también. Aguirre no hizo nada. Ni su partido: el PRD. Les valió madre.
¿Por qué no se va? ¿Por qué no pide licencia?
Hay muchas razones. Unas simples de responder: porque es más fácil defenderse con fuero frente a las acusaciones de complicidad o negligencia criminal; porque quiere mantener salarios y control de ciertas variables, en beneficio de él y de su familia.
O porque en Guerrero se puede impunemente matar y desaparecer, y un amigo de lucha de Ángel Aguirre puede dar datos sobre eso: Rubén Figueroa, el asesino de Aguas Blancas, ordenó el 28 de junio de 1995 la matanza de 17 campesinos. Y sigue libre. Aguirre fue quien sustituyó a Figueroa cuando pidió licencia.
Hay, sin embargo, otras dos razones de fondo para que no se vaya.
Razón 1: El gobierno federal. Cuando Aguirre caiga, no habrá muro de contención para las protestas. Las exigencias de renuncia subirán, como ya están subiendo, hasta Los Pinos. ¿Para qué impulsar la salida del Gobernador desde el gobierno federal? Es más cómodo que se quede, porque en cuanto ruede su cabeza la multitud, cada vez más enardecida, pedirá que se vaya Enrique Peña Nieto, como ya está sucediendo en las redes sociales.
Aguirre no se va, y no por razones de justicia, sino políticas.
Razón 2: El PRD de “Los Chuchos”. Carlos Navarrete se fue a dormir, la madrugada en que fue electo presidente nacional del PRD, y lo que hizo al despertar fue irse a Chilpancingo y aceptar, de antemano, su primera derrota política. Dijo, claramente, que no estaba con el pueblo de Guerrero sino con el politicucho que lo dizque gobierna. Conferencia de prensa conjunta, él, su Consejo Nacional y Ángel Aguirre. Declaraciones amenazantes: que si se tenía que ir su socio, pues que otros gobernadores renunciaran.
Esa lealtad malentendida de “Los Chuchos”. Cada vez hay más causas en las calles; cada día el país está más inquieto, y ellos se conforman con lo que siempre se han conformado: las migajas que caen de la mesa de sus patrones. Hace tiempo que la izquierda no está en el PRD. Los ciudadanos pierden de todas, todas, pero el PRD no parece enterarse. Entonces los ciudadanos van solos en sus demandas.
Aguirre no se va porque le conviene al PRD de “Los Chuchos” que se quede. Si no, qué papelón hará Navarrete, él que ofreció generosamente traicionar a las familias de los desaparecidos; él que ofreció generosamente darle la espalda a los guerrerenses que exigen un gobierno honesto y efectivo, no ese remedo de nada.
Si no, qué papelón el del PRD: ¡perder el control (dinero, puestos) en Guerrero! ¡Que Dios no lo permita!
Y Aguirre no se va, sobre todas las cosas, porque es un desvergonzado. Y son desvergonzados los que, en su partido, lo sostienen.
Lo peor es que en este país, los malos no pagan. Los malos, de hecho, ganan. Los malos gobiernan y se reparten el botín que significamos los votantes. Lo peor es que “Los Chuchos” han hecho todo para encumbrarse, ahora sí de verdad.
Y si los ciudadanos no se les atraviesan en el camino; si no entienden que eso políticos de quinta no merecen oportunidades, muy pronto se quedarán con la perla de la corona de “la izquierda”: la Ciudad de México. Sí, “Los Chuchos” siguen en el Gobierno del Distrito Federal. Si los ciudadanos, claro, no se les atraviesan primero.
Aguirre no se irá sin voluntad política. La mancuerna “Los Chuchos”-Los Pinos lo sostendrán porque les resulta, a ambos, conveniente.
Que los guerrerenses se pudran con su demanda de justicia. Que el clamor de justicia para los muertos y desaparecidos se vaya al nabo: no se va. Sólo un clamor unánime puede derrumbarlo.
Sólo un grito al unísono. Pero yo no creo en ese grito unísono. Pocas veces sucede en este país. El fin de semana, “Los Chuchos” decidieron sostener a su Gobernador. Hicieron un Consejo Nacional para no escuchar el clamor de las calles. Decidieron salvarlo y dejar pasar una oportunidad histórica para decir, o para simular por lo menos, que están a favor de las causas de los que menos pueden y menos tienen.
Así de distantes están los partidos de la gente. Así de distante está el PRD de la realidad. Así de podrido está este sufrido país.
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