Ayer no hubo líder político, poderoso empresario, gobernador, líder legislativo o funcionario con influencias capaz de resistirse a la invitación del gobierno para acudir a Palacio Nacional, con todo y la familia.
Había que provechar la ocasión especial, besarle la mano o inclinarse ante el jerarca de la Iglesia católica, como lo hicieron la gobernadora de Sonora, Claudia Pavlovich, o el mandatario de Chiapas, Manuel Velasco.
Y en el extremo de la devoción, su compañero de Nayarit, Roberto Sandoval Castañeda, presentado como un gobernador muy católico y quien luego del saludo del pontífice dio unos pasos atrás para, ahí mismo, hacer oración.
Por un momento se acabaron las rencillas entre los líderes del PAN, Ricardo Anaya, y del PRD, Agustín Basave, que se unieron a la reunión. Pero también asistieron los líderes del PRI, Manlio Fabio Beltrones, y del PT, Alberto Anaya.
La ceremonia laica y republicana fue privada. En el patio de honor –seguida por los mil 500 invitados a través de pantallas de televisión– se realizó un ceremonial muy similar al de cualquier otra visita de Estado: recepción, himnos nacionales, presentación de comitivas y conversación privada.
Por su parte, el presidente Enrique Peña Nieto asistió a la misa en la Basílica de Guadalupe, donde comulgó.
Fuente: La Jornada
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