Por Pablo Montaño*
Imaginemos por un momento el inicio del día de Enrique Peña Nieto. Una vez que saltó de su cama presidencial y se desprendió de las pijamas igualmente presidenciales, seguramente acompaña su desayuno con las noticias más importantes. Éstas las recibe cómodamente resumidas en viñetas y con una breve explicación de contexto para cada una:
– Le manda decir Osorio que el Chapo sigue en la cárcel. (Siempre es bueno saberlo)
– A Aristegui la están demandando. (Estupendo)
– La autopsia del gorila no se hará pública. (Esto lo entristece un poco)
– Se ha reducido la pobreza.
Lo lee de nuevo, “Se ha reducido la pobreza”. Sí, hoy hay menos pobres y lo dicen las estadísticas. Se permite una franca sonrisa, baja el boletín de prensa y arremete contra su papaya con granola. Hoy será un gran día.
Lo normal es pensar que el maquillaje mediático de México venga desde las más altas esferas políticas que incluyen al Presidente; sin embargo, la posibilidad en la que Peña comparte la desinformación que promueven sus medios hace cierto sentido. Me cuesta más trabajo imaginar a sus asesores indicándole qué sí es verdad y cuáles verdades recibieron una ayudadita. Más fácil pensar que hoy el Presidente camina más seguro y satisfecho de su trabajo. Primero su perdón fue ampliamente bienvenido y oportuno y ahora redujo la pobreza (seguro que fueron las reformas ¿cuál? ¿A quién le importa? han sido tantas que de seguro una pegó), ya envalentonado pregunta si bajó el dólar. ¿Volvió a subir? Bueno, seguro que ya bajará.
La ficción del Presidente, ese país que no existe y que tantos criticamos ya ha dado resultados. Hoy, él está más confiado, que no quepa duda.
*Twitter: @pabloricardo2
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