Enrique Peña Nieto está feliz en Año Nuevo porque en unos días estrenará su capricho: Un avión de superlujo que a los mexicanos que trabajamos nos costará más de 7 mil 500 millones de pesos, el doble de lo que gastarán este año todos los partidos políticos de México, y que terminaremos de pagar hasta el año 2027.
Parece mucho dinero. Y lo es. Pero el nuevo avión pudo haberse pagado sólo con lo que gastó Peña el año pasado en propaganda para su gobierno: 7 mil 423 millones de pesos, destinados sobre todo a sus amigos de Televisa y TV Azteca.
Y el precio de este costoso avión Boeing 787 Dreamliner, con todo y hangar nuevo, es menor –escúchelo bien— a lo que destinó Felipe Calderón en el último año de su desastroso sexenio, también sólo en propaganda: ¡8 mil 429 millones 511 mil pesos!
Sólo para fines de comparación –y no para agriar el inicio del Año Nuevo–, un hospital de 189 camas, 11 quirófanos, dos salas de partos y una sala de urgencias para atender a 240 mil personas cuesta mil millones de pesos en cifras oficiales.
El estreno del opulento palacio volador no puede ser más inoportuno: Si no cambian los planes, será en plena “cuesta de enero”, cuando la mayoría de los mexicanos padecen estrecheces económicas tras las fiestas de fin de año y ante nubarrones económicos para 2016 que aconsejan austeridad.
Claro que eso no le importa a Peña, quien ha tenido también la insolencia de imponerle al nuevo avión de lujo el nombre de José María Morelos y Pavón, el héroe insurgente que, en “Los sentimientos de la nación”, proclamó que el deber del gobernante es moderar la opulencia y la indigencia.
Con su avión nuevo, cuyo hangar construye a casi mil millones de pesos el contratista Juan Armando Hinojosa Cantú –el mismo de la Casa Blanca de Las Lomas–, Peña irá a Europa en 2016 para visitar Alemania, Dinamarca, Noruega y los Países Bajos.
Cómo no iba a requerir Peña un nuevo avión, al precio que sea, si ha sido el más andariego de los presidentes de México, más aún que Adolfo López Mateos que efectuó 41 giras internacionales en su sexenio –lo que le valió el apodo de “López Paseos”–, pero el actual lleva 46 en tres años, 37 de las cuales han sido como jefe de Estado y nueve como presidente electo.
Y si en la presidencia de José López Portillo podían viajar en las giras su esposa, hijos, cuñada, nanas, mascotas y hasta el piano de la primera dama, como lo recordó Arturo Rodríguez en Proceso, con Peña la familia presidencial –los seis hijos que entre ambos tienen y hasta la cuñada del mandatario o la maquillista de Angélica Rivera–, puede ir, por ejemplo, a París con un séquito de 400 personas.
Hay quien no le da importancia a la compra del opulento avión. A otros nos indigna. A los que lo minimizan les parece poco también que el gobierno de Peña haya gastado, en 2015, 7 mil 423 millones de pesos en propaganda, una cifra superior a los 7 mil 52 millones que gastó en 2014 y mucho mayor a los 7 mil 119 millones del primer año del sexenio.
En cada uno de los tres primeros años de su sexenio, Peña ha gastado en publicidad el doble de lo que recibirán todos los partidos políticos este año –4 mil 31 millones de pesos–, un despilfarro que hizo también Calderón en su sexenio y que ascendió a 38 mil millones 725 mil 241 mil pesos. ¡Sólo en propaganda!
Tal despilfarro criminal para comprar aplausos en los medios hermana a Peña y a Calderón, pero también se unieron –en 2012– para comprar el lujoso avión que está por llegar a México, y lo hicieron a través de José Antonio Meade, quien era secretario de Hacienda y hoy quiere ser presidenciable repartiendo limosnas a los pobres que crecen incesantemente.
Tal para cual…
Fuente: Proceso
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