Por Manuel Tenedor
Lo acontecido en las afueras del Stade de France y en el salón Bataclan en París, han estremecido al mundo entero no solamente por lo horrendo de los acontecimientos sino también por el grado de violencia registrada dentro de un un país miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.
El grupo terrorista Estado Islámico, mejor conocido como ISIS se adjudicó 7 ataques simultáneos en las faldas de la torre Eiffel. Un dia antes en Beirut, una bomba causó la muerte de 43 personas. Semanas atrás ISIS derribó en Egipto un avión con 217 pasajeros de la aerolínea rusa Kogalymavia y recientemente en Nigeria hubo ataques suicidas en un mercado que cobraron la vida de 20 personas. En París la cifra asciende a más de 130.
Imposible que la descripción de los hechos no suene terrible. No es la primera vez que suceden este tipo de actos pero ahora que le tocó ser a Francia la víctima se le da otra relevancia mediática. Los bombazos en París resultaron ser “esa” noticia de película que se permite interrumpir todo a nivel mundial.
El presidente François Hollande ordenó cerrar las fronteras declarando al país galo en estado de emergencia. Los ataques del viernes 13 de noviembre son considerados los sucesos más trágicos en Francia desde la Segunda Guerra Mundial.
Da la impresión que el “11 de Septiembre francés” ha desnudado a quienes están detrás de ISIS. Hasta hace poco todo sonaba a teoría de conspiración pero ya no tanto. Es evidente el doble discurso de la Coalición Antiterrorista liderada por Estados Unidos que comenzó a intervenir “oficialmente” en Siria hace más de un año con el objetivo de combatir al Estado Islámico. Los paupérrimos resultados de la coalición no son por falta de capacidad. Es paradójico que estos países combaten a mercenarios que ellos mismos crearon y capacitaron militarmente y a su vez apoyan a la “oposición moderada”. Típica simulación imperialista utilizada para justificar invasiones a otros países.
El presidente de Siria, Bashar al-Asad nunca pidió ayuda de dicha coalición. Caso contrario de Rusia a quienes sí se les pidió. El ejército ruso registra mayor efectividad en los objetivos de combate a ISIS, en gran medida por la colaboración con el ejército sirio. Barack Obama condiciona la cooperación con Rusia interponiendo el anhelo de Occidente: la renuncia de Bashar al-Assad. Lo cierto es que al nobel de la paz le pesa la medalla. La dimisión de al-Assad no soluciona nada. Incluso podría empeorar todo.
En la Cumbre del G-20 celebrada en Turquía horas después de París, Vladimir Putin aseguró que 40 países, entre ellos, países miembros del G-20 financian a ISIS. La historia se repite.
Se utilizará una tragedia para justificar otra más grande. El nuevo orden mundial apunta a la psicosis para el control de masas. Restringir la migración de refugiados y la regulación de libertades ciudadanas por seguridad, serán justificadas por algunos países con el combate al terrorismo. Francia ya se declaró en guerra contra ISIS y considerando que ya son varias las potencias que están activamente en guerra contra dicho grupo terrorista, Siria puede ser ya el escenario del inicio de la tan indeseable Tercera Guerra Mundial.
La voluntad política entre los países es lo único que la puede evitar.
Sé parte de la conversación