Por Pablo Montaño
#RenunciaYA, suena como una idea simple, carente de mucha reflexión. Sin embargo, en el caso del Presidente, exigir su renuncia es un acto de cordura, de dignidad y de sensatez en medio del sinsentido que ha caracterizado la vida política de los últimos cuatro años. El día de mañana, jueves, a las 17:00, saldrá una marcha con esta simple consigna.
Aunado al desagradable clima político de corrupción, arrogancia e impunidad, los posibles escenarios de 2018 se encuentran lejos de ser esperanzadores. Los partidos continúan sumidos en su falta de credibilidad y nosotros contemplamos con disgusto sus limitadas propuestas de presidenciables. Enojamos con el olmo que sigue sin arrojarnos las peras que insistimos en pedirle. La protesta y la movilización ciudadana no se ha ausentado en estos años, pero, ha faltado tomar el protagonismo político que logre imponer condiciones a los partidos y a una soberbia élite política.
La marcha que exigirá la justificada renuncia de Peña, pone presión para romper el tablero que nos amenaza ahora y de aquí a dos años. Una marcha que arrastra el eco de otras manifestaciones contra el Presidente: desde el 132, los 43 de Ayotzinapa, la Casa Blanca, las reformas y desafortunadamente, tantas otras. Esta vez no es por justicia, corrupción o leyes, es por coherencia. La impresionante falta de reacción del propio Presidente y de su partido, para reforzar la figura presidencial y devolverle credibilidad y dignidad, no debe ser emulada por una población furiosa pero pasiva. Cuando citamos alguno de los infames capítulos de la administración de Peña, tenemos la certeza de que en otro país esto implicaría su renuncia. Por una vez en cuatro años, seamos ese “otro país”.
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