Las cartas fueron escritas por ella y sus padres
En las cartas señalan que ya tenían todo planeado para después de la muerte: las honras fúnebres y los gastos generados, para lo cual iban a destinar un millón de pesos
Mireya, la mujer que mató a sus tres hijos y se suicidó junto con sus padres después de que le quitaran la patria protestad de los menores ya había intentado sucidarse en 2006 al prepararse un coctel de pastillas, esto a un mes de que su expareja le pidiera el divorcio.
En dicha ocasión no logró su objetivo, ya que sus padres la rescataron, por lo que permaneció internada durante una semana en un hospital, en donde le hicieron una valoración psiquiátrica.
Dicha evaluación reveló que Mireya sufría de un cuadro de estrés agudo, crisis de ansiedad e ideas suicidas, todo esto a consecuencia de que terminó su relación con su esposo. Esto la persiguió durante años, tan es así que terminó convenciendo a sus padres del suicidio colectivo, tal como lo dio a conocer en las cartas póstumas, las cuales hablan que ella planeó y organizó todo.
Debido a esto, la procuraduría capitalina leyó las cartas escritas por la familia, en donde la más extensa es la del abuelo Enrique, de 70 años. En ella les pide perdón a sus otros hijos por el crimen que cometerían. Además, les dijo los quería mucho, que eran su adoración y que, sin excepción, estaba orgulloso de ellos. Pese a esto, les dijo que estaban cansados y hartos por el problema de Mireya, acusándola de convencerlos de tomar las pastillas.
También les aseguró que tenían todo planeado para después de la muerte: las honras fúnebres y los gastos generados, para lo cual iban a destinar un millón de pesos. Además de la herencia, varios vehículos y tres propiedades, confiando en que sus hijos tomarían la mejor decisión para la repartición.
En la carta de la abuela, llamada Rosa María, quien tiene 68 años de edad y fue la única sobreviviente, aunque aún se encuentra convaleciente en un hospital. Ella pidió disculpas por el suicidio y les dejó instrucciones a sus hijos para que no se pelearan ni se culparan entre ellos. Escribió que no tenían que culpar a nadie, ya que la decisión la habían tomado en conjunto, incluso pidió que su cuerpo y el de su esposo fueran cremados y enterrados juntos.
La última carta fue la de Mireya, quien en todo momento culpa al padre de los menores del suicidio colectivo, acusándolo como el responsable de todo, incluso del asesinato de sus hijos.
En el documento dice que los menores fueron abusados sexualmente por él, por lo que dice sentir un odio profundo en su contra: “Jamás vas a destruir el vínculo que tengo con mis hijo”.
Gracias a estas cartas, la procuraduría capitalina ya tiene clara una línea de investigación, por lo que citó a los hermanos de Mireya, quienes aparentemente no conocían los planes de su hermana ni de sus padres.
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