Por Alejandro Páez Varela
“Los terroristas son traidores a su propia fe. Tratan, en realidad, de secuestrar todo el islamismo. El enemigo de Estados Unidos no son nuestros numerosos amigos musulmanes. No son nuestros numerosos amigos árabes. Nuestro enemigo es una red radical de terroristas y cada Gobierno que la respalda”.
La cita viene de un discurso es de George W. Bush, pronunciado diez días después del ataque a las Torres Gemelas.
Mundo jodido en el que vivimos: ahora citamos a George W. Bush. Imagínense.
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Contra todos y contra mí mismo, digo que es una mala idea que Donald Trump salga pronto de la Casa Blanca. Leo y entiendo que muchos calculan que no durará un año; otros dicen que apenas terminará dos y unos más sostienen que se mantendrá al frente de Estados Unidos unos tres años, tiempo suficiente para someterlo a un juicio porque no va a renunciar.
Paciencia, mexicanos. Paciencia. No se sienten sobre falsas esperanzas.
Leo y entiendo que muchos vean esto como una buena señal. Pero, contra los deseos de la mayoría y contra el mío mismo, pienso que una salida abrupta es una mala idea. Se que cada día que está allí, millones por todo el mundo viven mal, nerviosos, esperando una bofetada o un escupitajo, una amenaza o una patada. Como nosotros, los mexicanos. Como millones de migrantes que viven adentro de Estados Unidos.
Trump debe caminar, mover hilos, ahondar en su estrategia y seguir la ruta que lleva y empujar a su país hacia donde lo tiene que empujar. Terminará por convencer a los que votaron por él que están equivocados. Porque Trump no es Trump, sino millones de estadounidenses, sobre todo blancos (y un montón de cubanoamericanos), que siguen pensando que el “sueño americano” puede conservarse, como en el pasado, explotando, pisoteando, escupiendo a todos los demás. Trump no es Trump sino millones que piensan como él. Esos deben convencerse que el camino que tomaron es el equivocado.
Y entonces sí, cuando esos que votaron por él se convenzan del error; cuando paguen de sus bolsillos las políticas aislacionistas de su líder; cuando el daño sea suficiente como para ser notado, que se vaya Trump. De otra manera, si Trump cae en una maniobra hábil en los tribunales y en las cámaras, muchos quedarán resentidos y los que pagarán ese resentimiento serán los mexicanos y musulmanes, las minorías que sigan, para entonces, en territorio estadounidense.
Creo que Trump debe durar en el poder el tiempo suficiente para provocar cambios en México, también. Paciencia. El tiempo que se necesite para divorciarnos de la dependencia a Estados Unidos; para que los mexicanos tomemos conciencia de que necesitamos líderes sólidos, nacionalistas, con profundo amor a la Nación. No la casta sin Patria que ha provocado tanta desigualdad y pobreza haciéndonos creer que vamos por buen camino.
Todas las sociedades tienen el derecho de escoger y equivocarse. Los estadounidenses deben saber que se equivocaron y entonces sí, recurrir a la revocación de mandato y mandar al nabo al dictador.
Si sabemos nosotros, los mexicanos, de eso: solamente el tiempo, desgraciadamente, nos llevó a enterarnos que esa mayoría que escogió –a cambio de tortas o convencidos– a Enrique Peña Nieto se equivocó. Lástima que no tenemos revocación de mandato, que de ser así, Peña estaría desde hace mucho tiempo de regreso a su natal Atlacomulco.
Contra la razón, incluso, pienso que Trump debe ahondar más. Del virus sale el anticuerpo. Paciencia, mexicanos, que esa máxima aplica también aquí.
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Hasta donde me sea posible, no viajaré a Estados Unidos en los siguientes años. No cruzaré la frontera. Amaré igual a mis amigos que están allá, los consideraré un primer frente de resistencia. Amaré igual a mi familia que vive allá. Pero haré un esfuerzo por no darle un peso extra a esa economía, hasta donde se pueda.
Me pongo Gap, uso Apple, veo Netflix. Ni modo. Evitaré darles un peso extra en todo aquello que pueda comprar nacional. Porque los vetos de los consumidores funcionan. Allí está Uber: un llamado masivo a bloquearlo –su CEO estaba sentado con Trump– funcionó. También funcionó el Grab your wallet: el jueves Nordstrom anunció que dejaría de vender los productos Ivanka Trump y lo mismo hizo Neiman Marcus. Y otras diez empresas han dejado de vender cualquier cosa relacionada a Trump.
Los boicots funcionan, mexicanos. Paciencia y hagan su parte. En Estados Unidos está funcionando, y acá podemos hacer lo nuestro.
Por lo pronto, ayer, miles de tijuanenses se volvieron un ejemplo nacional, cuando dejaron de cruzar la frontera y aplicaron un boicot masivo a las tiendas en California.
Eso, mexicanos, funciona.
Trump, contra toda lógica lo digo, debe quedarse más tiempo: el TLCAN se irá al carajo, se encarecerán los productos de Estados Unidos, el dólar se irá al techo y ahora sí, aunque queramos, no tendremos para comprarles algo. Pero habrá una gran diferencia entre los que se vean obligados y los que lo hagan por voluntad, desde hoy. Esa diferencia es importante. Sabe sabrosa. Sabe bien. Se llama dignidad.
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Esta historia se escribe a diario. Dicen que pronto saldrán las grabaciones de la conversación entre Donald Trump y Enrique Peña Nieto. Sabremos cómo fue, realmente, lo de las tropas: ¿amenaza u ofrecimiento? Yo creo que no fue una amenaza. Yo creo que fue un ofrecimiento. Y creo, para desgracia de todos nosotros, que Peña fue débil, asustadizo. Creo que se dobló, y ante esa bestia que lo ha humillado y ha humillado a los mexicanos, se portó como cordero. Esperemos las grabaciones, pero no esperen demasiado.
Peña ha llevado al país, paso a paso, hacia una desgracia económica: más deuda, más gasto, más inflación, mayor debilitamiento de la moneda. Peña llegó con grandes ofrecimientos y lo que hemos recibido es un aumento en la corrupción, menos crecimiento, más violencia e impunidad. Son cuatro años de saqueo y mala administración. Y nadie paga. Nadie. Ni Javier Duarte, siquiera.
No tengo por qué creer, pues, que ahora velará por los intereses de los mexicanos. No tengo datos que me lleven a esa conclusión. Lo que tengo por cierto es que ha sido un gobierno malo, poco confiable, pésimo para la estrategia, lento para responder, muy corrupto. Eso tengo. Por desgracia.
Mi único consejo, si es que sirve de algo, es que hay que esperar. Resistir y esperar.
Sí, ya se: pobres de nosotros, mexicanos: tan lejos de Dios, y con Trump y Peña metidos hasta el cogote.
Paciencia, mexicanos, que no hay mal que dure mil años. Peña se va en menos dos. Y Trump, si nos va bien, en cuatro.
Y tengo esa extraña sensación de que, si hacemos nuestra parte, saldremos fortalecidos de la pesadilla doble.
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