Es falso que en el basurero de Cocula, Guerrero, hayan sido incinerados los 43 normalistas de Ayotzinapa, pues no existe evidencia científica de ello. En ese lugar, la Procuraduría General de la República (PGR) montó un “show” con el fin de apaciguar a los padres de familia y acallar su protesta. Incluso es posible que los restos óseos de Alexander Mora, identificados por la Universidad de Innsbruck, Austria, hayan sido sembrados por esa dependencia.
Jorge Arturo Talavera, integrante del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), resume: El gobierno privilegió el aspecto político en lugar del humano y no consideró el dolor de las víctimas. Este antropólogo físico también califica como una burla para los familiares de los estudiantes la “versión histórica” que dio el titular de la PGR, Jesús Murillo Karam, acerca del caso.
En su opinión, la falta de certezas científicas puede tumbar jurídicamente el caso Ayotzinapa y dejar en libertad a José Luis Abarca, exalcalde de Iguala; a su esposa, María de los Ángeles Pineda, y a los policías que supuestamente participaron en la desaparición.
Con 35 años de experiencia en esta materia, el investigador es contundente: “En el basurero no fueron incinerados los 43 estudiantes. Si así ocurrió, las autoridades deben mostrarnos científicamente que hay grasa humana en el suelo, y de eso la Procuraduría no ha dicho nada. Además, entre las muestras óseas la PGR presentó una corona dental que corresponde a una persona de más de 50 años, no a jóvenes de 18 a 20 años”.
De esta manera el antropólogo coincide con Alfonso Palacios Blanco, experto en incendios y explosivos, quien en noviembre pasado declaró a este semanario que en el cerro de Cocula no existió ninguna incineración.
Talavera, quien desde 1998 está encargado de desarrollar el proyecto Estrategia Bioarqueológica para el Estudio del Resto Óseo Modificado Culturalmente, es especialista en analizar la violencia en el México prehispánico. Ha encontrado huellas de decapitación, sacrificio humano, desollamiento, manufactura de artefactos y adornos con huesos humanos. Él y su programa analizan la muerte violenta en el pasado.
En 2011, Talavera fue invitado por la PGR para investigar el caso de Rosendo Radilla, campesino desaparecido en Guerrero durante la “guerra sucia”: “En ese momento instauramos un simulacro de fosas clandestinas en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Con participación del equipo argentino (de forenses) recreábamos desde cómo hacer la prospección, la localización de una fosa, cómo excavarla, cómo registrarla, cómo hacer el embalaje, la cadena de custodia y, al final, cómo hacer el análisis científico de los restos óseos, o sea, interpretar el hecho: si se trataba de un caso de secuestro, violación o lo que fuera”. Trabajó con esqueletos reales para establecer la edad, el sexo y las fracturas de los restos.
Reporte publicado con Proceso
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