El Día Internacional del Oso Polar se celebra cada 27 de febrero, fecha que se supondría serviría para festejar a este animal, pero en realidad no hay nada para celebrar y sí mucho para preocuparse.
Es necesario reflexionar acerca de los motivos que están llevando a estas especies a comerse entre ellos. No es una exageración, están muriendo de hambre y lo que antes era un inmenso paraíso polar, está reducido a pequeños bloques de hielo.
De acuerdo con un reporte de GreenPeace, la población de osos en la actualidad ha disminuido a una cantidad de entre 20 y 25 mil individuos, repartidos en 19 poblaciones en la superficie del Ártico. El 80% se encuentra en Canadá. El oso polar es el primer eslabón en la cadena alimenticia del ecosistema y se alimenta casi siempre de focas, pero con el cambio climático, también están devorando delfines.
El oso polar es un feroz cazador que necesita grandes cantidades de grasa para subsistir en verano y para alimentar a sus crías, pero incluso con su fuerza y tamaño, aparece en la lista roja de la Unión Internacional de para la Conservación de la Naturaleza (UICN) porque son una especie en peligro de extinción alto.
Están desapareciendo por la pérdida de su hábitat como consecuencia del cambio climático, el hielo marino ártico está desapareciendo y con él la zona de caza y de apareamiento.
Según un reporte de la Agencia de Investigación Geológica de Estados Unidos, liderado por Steven Amstrump, a mediados de este siglo, dos tercios de la población total de los ejemplares desaparecerán.
Las industrias y el ser humano necesitan comenzar a retrasar la desaparición de su especie. Una solución alternativa propuesta por el Laboratorio Nacional de Mamíferos de Estados Unidos es la posibilidad de tener un incremento en el mestizaje entre osos polares y pardos.
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Fuente: Telesur.
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