Foto: Cuartoscuro
Por: Alejandro Páez Varela*
“Extremadamente afable e impecablemente peinado y arreglado, Beltrones exuda confianza en sí mismo. Suele hablar deliberadamente de modo intenso y en tono de voz bajo, intercalando en la conversación frecuentes pausas elocuentes y haciendo contacto directo y prolongado con los ojos de sus interlocutores. Lo que el PRI realmente necesita es un periodo de introspección genuina y, con Beltrones atribuyendo casi toda la culpa por la derrota [de su partido] al gobierno de Fox, la introspección tal vez sea una habilidad que le falta”.
Era julio de 2006. Manlio Fabio Beltrones se reunió con funcionarios de la embajada de Estados Unidos y conversó con ellos sobre el peligroso clima electoral, con reclamos de fraude de Andrés Manuel López Obrador y con un Presidente, Vicente Fox Quesada, violando a gritos la Ley.
Manlio fue sometido a una especie de examen por los estadounidenses, o al menos así se leyó –cuando fue liberado– el reporte que elaboraron para Washington.
Arturo Cano, periodista de La Jornada, cuenta en aquella exclusiva de Wikileaks que “el cable critica los argumentos poco convincentes de Beltrones y el uso de un estribillo frecuente de los tricolores desde su histórica derrota de 2000: Dijo que el PRI había aprendido una lección de la paliza electoral de este año y que se haría más fuerte por ello. El Revolucionario Institucional, comenta Beltrones a la embajada, tratará de posicionarse como una fuerza de centro, haciendo hincapié en el crecimiento económico y la igualdad, a la manera de un partido de la socialdemocracia europea”.
Pues diez años después, podría decir que Manlio Fabio Beltrones es uno de esos habilidosos políticos capaces convencerse a sí mismo y salirse con la suya.
El PRI de Beltrones no aprendió lección alguna: las palizas le despertaron un apetito depredador aún mayor. No se volvió de centro sino un defensor de los megaproyectos a costa de todos los demás (menos de las propiedades de sus defendidos), sobre todo de indígenas y de pobres. El PRI de Beltrones es hoy un partido empresarial, con Grupo Higa y OHL como héroes de su patria. El PRI de Beltrones, diez años después, hizo todo para hundir a México: cero crecimiento económico, cero igualdad (de acuerdo con las cifras del mismo Gobierno). El PRI de Beltrones no es social y mucho menos demócrata.
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La descripción que hacen de Manlio los enviados de la Embajada de Estados Unidos:
“Extremadamente afable e impecablemente peinado y arreglado, Beltrones exuda confianza en sí mismo. Suele hablar deliberadamente de modo intenso y en tono de voz bajo, intercalando en la conversación frecuentes pausas elocuentes y haciendo contacto directo y prolongado con los ojos de sus interlocutores”.
Frecuentes pausas elocuentes. Desde hace años lo he notado, aunque con el tiempo sea casi imposible saber que él inventó ese tono que ahora usan, por ejemplo, el Gobernador César Duarte. Y muchos más.
“Veracruz [pausa para ver directamente a quienes lo escuchan] es una tierra de lealtades. Es por eso [pausa en la que observa con detenimiento a alguien] que hoy venimos aquí a saludar a Héctor Yunes [pausa elocuente], un hombre leal consigo mismo [pausa para seguir mintiendo], con el priismo y con los veracruzanos”.
La frase es del 25 de abril pasado.
“Estamos convencidos de que la lealtad es la tranquilidad del corazón”, agregó.
¡La lealtad es la tranquilidad del corazón! Maravilloso, Manlio. Con voz suave pero firme; con ritmo y engolamiento en la pronunciación.
El mensaje estaba dado pero el reportero no lo alcanzó a ver y preguntó, enseguida:
–El mensaje para los veracruzanos, ¿cuál sería?
Da.
“Que ya estamos listos [pausa después de arrastrar la última vocal de cada palabra] para ganar el próximo 5 de junio y tener un Gobernador con limpieza y con lealtad como Héctor Yunes. Estoy seguro que Héctor Yunes es quien más se parece a los veracruzanos [pausa para especificar qué tipo de veracruzanos], a los veracruzanos honestos”.
Yunes, pues, no se parece al Gobernador priista de Veracruz.
Es 25 de abril y otro reportero nota la felicidad de la ocasión, el cariño de nuestro pueblo. Entonces pregunta y comenta, y eleva el pedestal donde Manlio nació parado:
–Una visita muy importante, con muchas muestras de cariño para usted en este evento… –dice el reportero y yo lo imagino viendo, nudo en la garganta, hacia la muchedumbre.
–Sí [pausa que confirma todo lo anterior y que permite agarrar la bandera justo donde el reportero la ha dejado]. Veracruz es tierra de lealtades.
Y luego, engolado (palabra escogida para esta columna), una frase de Manlio que justifica cada centavo de los 24 mil 496 millones de pesos que Grupo Higa tiene en contratos con el Gobierno, hasta hoy y hasta donde se sabe, de acuerdo con una investigación realizada por las periodistas Daniela Barragán, Alejandra Padilla y Linaloe R. Flores:
“Aquí [pausa para ver los ojos de alguien] los veracruzanos han demostrado históricamente que permanecen siempre firmes y leales a sus convencimientos y, sobre todo, a sus ideas”.
Sobre todo leales a sus “ideales”.
Así son los veracruzanos desde hace más de 80 años, los mismos que lleva sin votar por otro partido que no sea el PRI.
Pero si esos ideales se acompañan con una torta, una promesa falsa, una mentira piadosa, un Frutsi, un contrato, una concesión, pues la lealtad y los convencimientos –de los que habla Manlio– se mantienen para siempre. O casi para siempre, porque el PRI de Manlio está a punto de llevarse una sorpresa en Veracruz y, según los datos de las encuestas más fiables, no sólo en Veracruz.
Parece que Manlio, el que había “aprendido una lección en las palizas electorales” de 2000 y 2016, tendrá que volver a mentir para salir de ésta.
Porque será un maestro a la hora de garigolear palabras, pero los hechos son los hechos: Quintana Roo y Tamaulipas, además de Veracruz, podrían abandonar la lealtad de la que habla y brincarse a otros partidos que no son el PRI. Su PRI.
Hay grandeza en la coreografía de las palabras de Manlio Fabio Beltrones. Pero a la hora de la hora, el viejo zorro no vive de palabras sino del instinto de los de su especie. Vive de votos y triunfos electorales. Y si se tiene lo anterior y se adorna con palabrería, qué bien. Pero si no, como Drácula bajo el sol, la piel de los viejos zorros se arruga de inmediato y no sobrevive al amanecer.
Y el amanecer de Manlio Fabio Beltrones se adelanta. El sol en el horizonte le arruga ya la piel porque, dicen varias encuestas, bastiones del PRI, su PRI, caerán este verano.
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Ola K asen. Foto: Cuartoscuro
¿Qué hace el PRI para mantenerse en el poder si no responde a los ciudadanos, si tiene décadas que le dio la espalda a México y se ha enquistado en el poder para sacarle jugo, para exprimirlo, para enriquecerse y administrar a los mismos pobres que genera?
La pregunta retórica que se hace un historiador se la hace un analista, y esa misma pregunta nos la hacemos los que no somos alguno de ésos dos. Y si la pregunta es ingenua, sobada, la respuesta es, también, lugar común. La respuesta es una y compensa una explicación amplia: el PRI, básicamente, miente. Firmado frente a notario o no, le miente al ciudadano.
Pero, oh, no hay mentiras que cubran una debacle electoral. Pronto, parece, Manlio tendrá que pararse frente a su propio partido, frente a los otros zorros y frente al Presidente. Le preguntarán:
–Ola K Ase.
Y Manlio –que piensa en Max Weber o en Nicolás Maquiave y a quien el Ola K Ase le parece una vulgaridad– no podrá explicarse, frente a los que inventaron la mentira, con otras mentiras.
No podrá hacer lo que hace, sin rubor y engolado (palabra favorita cuando pienso en Manlio), lo que hace frente a los reporteros y los de a pié.
(Los ociosos que le han entrado al tema coinciden en que nunca sabremos de dónde viene la frase Ola K Ase o su representación gráfica, donde las tres palabras (o dos palabras y una letra) aparecen sobre una llama con un zacate o paja entre los dientes, con ojos de borrego picarón, con aire de actor de spaghetti western. La frase, que tiene circulando intensamente desde 2012 –aparte de ser una vergüenza para cualquiera que haya leído no tres, medio libro– tiene muchas aplicaciones. Es una invitación, un coqueteo. Pero el uso más común se reduce a una pregunta casual, un “hola, ¿qué hace?” que lanza alguien despreocupado con ganas de saber sólo eso: qué hace su interlocutor).
–Ola K Ase –le preguntarán a Manlio si pierde, este 2016, Veracruz, Tamaulipas, Quintana Roo, Oaxaca, Puebla y quizás otros más.
Y entonces Beltrones, extremadamente afable e impecablemente peinado y arreglado, puede exultar confianza en sí mismo y hablar deliberadamente de modo intenso y en tono de voz bajo, intercalando en la conversación frecuentes pausas elocuentes y haciendo contacto directo y prolongado con los ojos de sus interlocutores.
Puede hacer todo lo que sea que hace con las palabras y los gestos, pero debe dar una explicación. Debe responder a ese vulgar Ola K Ase.
Peleó y peleó la Presidencia del PRI y puso a leales en medio país porque se lo merecía o porque prometió resultados. Pero sin resultados, pues el viejo zorro-Drácula se arruga con los intensos rayos de sol que mandan sus contrincantes dentro del PRI: los Osorio Chong, los Nuño, los Videgaray. Todos ellos quieren el lugar de Manlio, y saben mentir como Manlio, y harán que el Presidente le pregunte:
–Ola K Ase, Manlio, con el partido.
Sin una respuesta convincente, sin un malabar político realmente extraordinario, sin un reparto justo de las derrotas (la riqueza que siga repartiéndose como hasta hoy), no importan ya sus palabras afables y su tono engolado (ah, qué bien: engolado), y no importa su impecable peinado, tampoco: Manlio estará en problemas.
Y quizás aprenda entonces lo que no aprendió –dirían los gringos– con las otras derrotas. Quizás entienda que la introspección es, tal vez, una habilidad que le falta.
Quizás recuerde, después de este verano, que el poder es una bola de helado de limón en las manos de Nosferatu, o un peinado impecable bajo el chaparrón.
*Twitter: @paezvarela
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