Un hombre residente de Davie, Florida, Estados Unidos, publicó un aviso en el diario local Sun Sentinel, en el que ofrece 20 mil dólares para quien le ayude a encontrar a sus siete gatos callejeros, que se extraviaron desde hace un año.
El hombre llamado Steve Rosen, es un acaudalado hombre de negocios, y dijo que está dispuesto a subir la cantidad a 30 mil dólares con tal de recuperar a sus queridos Bandit, Peaches, Misty, Pepper, Frankie, Checkers y Honey, a los que considera “parte de su familia”.
Steve se dijo convencido de que lo que no ha podido hacer un detective privado, lo hará “la codicia”.
A todos los felinos los recogió, cuidó e identificó colocándoles un microchip y un collar con su nombre y número de teléfono, que permite rastrearlos en un área determinada.
Sin embargo, según se da cuenta ahora, cometió el error de no tenerlos en su casa, sino en un solar cercano a su exitoso negocio de productos dermatológicos.
Este dentista retirado, de 64 años de edad, y creador de un equipo de rescate de animales, cuida actualmente a otros 30 gatos que viven en el exterior, más tres en el interior de su casa, además de un loro y un gallo, dice el diario.
Los siete gatos fueron desapareciendo uno por uno desde hace un año, por lo que el hombre teme que se trate de un secuestrador o un coleccionista de gatos.
Los gatos que desaparecieron son los que se van con la gente, y en cambio, los que han quedado en el solar son los que no se dejan tocar más que por Rosen, según dice el aviso en el diario.
Antes de ofrecer la recompensa, Rosen contrató los servicios de un investigador privado e instaló un sistema de cámaras de vigilancia en el lugar después de que desapareciera el primer gato, pero eso no impidió la desaparición de los otros.
Desde que este domingo publicó el aviso en el diario local ha recibido muchas llamadas de gente deseándole que encuentre a sus gatos, pero por ahora “ninguna pista firme”.
Rosen se hizo famoso en el año 2002 tras pagar una suma similar a la ofrecida ahora para salvar a unos conejos que vivían en un bosque cercano al aeropuerto de Miami, antes de que éste fuera talado para construir una autopista.
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