Por: Fernando Ortiz C.
A lo largo de cuatro años de gestión, el gobierno de Enrique Peña Nieto ha sido blanco de múltiples críticas y descalificaciones respecto a forma de conducir el país. Cada movimiento, discurso o acción del presidente es sujeto de escrutinio y crítica, generalmente siendo ésta de manera negativa.
Con lo anterior quiero exponer que no todo es malo dentro de su gobierno, y no me mal interprete estimado lector, lo que estoy expresando es que hemos llegado a un punto en el que ya es inverosímil lo que ocurre con Peña Nieto.
No todo es malo, ya es ridículo y funesto su actuar, ya tenemos un sinnúmero de adjetivos para calificar la gestión de este hombre. No todo es malo también podemos ahora contar con acciones absurdas, desconcertantes e indignantes.
Esta semana parece que Enrique Peña Nieto lanzó un mensaje claro: su mandato ha perdido toda credibilidad; ya no tiene la menor idea de qué hacer con la envestidura que tiene, sus discursos ya están con la consigna de defender lo indefendible (su informe de gobierno por poner un ejemplo), ha caído en un torbellino donde ya no hay escapatoria
Enrique Peña Nieto camina a su suerte, parece que sus asesores y personas de confianza en su gabinete lo han dejado a que se dirija solo al “despeñadero”. Su partido ya no piensa en sacarlo avante, el costo político es muy alto, la presidencia de la republica estará en juego en menos de dos años y el PRI no se puede dar el lujo de perder el tiempo justificando y apoyando a Peña Nieto.
Peña Nieto ha dejado a un lado su reputación, el problema del plagio de su tesis, las justificaciones que ha dado en torno a ella, las disculpas que ha presentado en otros temas como los de la Casa Blanca, discursos plagados de equivocaciones y una demagogia exacerbada, denotan que no todo es malo en su gobierno sino que ya es ridículo; un presidente que no tiene para dónde ir porque nunca supo el rumbo que debía tomar.
No conforme con su baja popularidad, y el momento crítico de los cuestionamientos hacia su persona, se le ocurre la magnífica idea de invitar al personaje que se ha convertido en el enemigo público número uno de país, Donald Trump. ¿Con qué fin lo hizo? Y además hacerlo días antes de presentar su cuarto informe de gobierno, sabiendo que las miradas estaban puestas en él. Ya ni las cortinas de humo le funcionan, ya ni en práctica las busca poner, es un caos, es un resquebrajamiento de la figura presidencial y su mandato ya es un cadáver que muchos chacales y buitres políticos empiezan a rondar sobre él.
Ya con la pantomima del nuevo formato del informe presidencial, quedó claro que está solo, respondiendo preguntas obvias que se presentarían y exhibiendo ya su nerviosismo y la falta de cordura en algunas de sus declaraciones. No todo es malo en su gobierno, es pésimo.
Recuerdo cuando en el 2006, el presidente en turno Vicente Fox Quesada declaró: “Yo ya cerré el changarro”, refiriéndose a que él ya estaba por entregar la estafeta presidencial a Felipe Calderón, frase que en su momento causó indignación pero que ahora posiblemente esperáramos escuchar de Enrique Peña Nieto. No renunciará a ser presdiente, ni tampoco creo que exista la presión del pueblo de México para que dimita de su cargo, pero la opción de que deje “el changarro” parece ser lo más coherente que pueda llegar a decir en su periodo presidencial.
Es mejor dejar el rumbo del país en manos de Dios que de este tipo, y esto lo digo como una metáfora no como algo literal porque luego podrán salir algunos voceros divinos que crean que les asienta bien el poder político, como cierto jerarca eclesiástico, como por ejemplo el obispo primado de México.
Lo más dramático de todo esto, y dejando a un lado la figura de Peña Nieto, es que cuando creemos que ya no podremos superar la ridiculez, la falta de liderazgo y la corrupción en nuestros líderes, los partidos políticos y las esferas de poder se esfuerzan al máximo, de tal manera que siempre tenemos un mejor exponente que el anterior.
¿Qué tendremos que esperar para el 2018? Que gane el PRI, existe como remota posibilidad, cuestión que por ahora el partido está buscando la manera que en dos años recomponga el camino para no perder el poder que durante doce años dejo en manos del Partido Acción Nacional, que frente a la crisis de popularidad del presidente y los ataques al “nuevo PRI” se han encargado de buscar la manera de no ganar la carrera por el poder, candidateando a “cartuchos quemados” y refritos políticos como Margarita Zavala.
López Obrador más que nunca cree en la cabalística frase de: “La tercera es la vencida” ¿será? O jugará como el candidato alternativo que al final siempre queda en segundo lugar.
La crisis política es enorme y no solo en nuestro país, basta con mirar las opciones en la nación de Las Barras y las estrellas para darnos cuenta que no hay mucho por hacer, y luego voltear a México y ver que: ¡Hasta el candidato “puritano”! Pedro Ferriz de Con tiene opción.
Concluyó diciendo no es malo el gobierno de Peña Nieto es pésimo, y me pregunto, estos dos años ¿Pueden ser aún peor de lo que hemos visto? Peña Nieto no está para ser popular, ni su gobierno, así lo dijo en su informe en una charla frente a jóvenes, ¡qué bueno que no quiere ser popular! Porque va por el camino opuesto para lograrlo. No todo es malo en su gobierno, es inverosímil.
Sé parte de la conversación