Hecho, pero también consumido en México
Con casi cuatro décadas vendiendo frutas y verduras, César cuenta por qué los consumidores deberían voltear a los productos nacionales y dejar de consumir a las cadenas transnacionales
Por Juventino Montelongo
César Sandoval se levanta todos los días antes de la 5 de la mañana, se sube a su camioneta y maneja desde la delegación Magdalena Contreras hasta la Central de Abasto, mientras el sol se va levantando sobre su cabeza.
Ya son casi cuatro décadas desde que comenzó con esa rutina diaria, y no le pesa.
El oficio de comerciante viene desde sus abuelos, quienes fundaron el Mercado 24 de Agosto, ubicado en la colonia Narvarte Poniente de la Ciudad de México, cuando apenas era una edificación levantada con clavos y madera.
Tras unas horas en el tráfico, llega a la Central, hace su recorrido ensayado por décadas mientras un “diablero” lo acompaña con los productos que va comprando.
Sube todo a su camioneta y arranca de nuevo, ahora hacia la delegación Benito Juárez.
Al llegar al mercado ya lo está esperando su esposa, ahí, con la ayuda de un joven, descarga los productos en sus dos locales y comienza a gritar, como mantra personal, las clásicas frases :”¿Que le damos güerita?”, “pásele, bueno, bonito y barato”.
Para César, el consumo local y nacional no sólo tiene que ver con poder sobrevivir él y su familia, sino que está más apegado al mantenimiento de la economía nacional.
Por esto mismo, dibujó y colocó un letrero en donde invita a sus clientes a consumir sólo productos que estén cosechados en tierras mexicanas.
Así, critica un poco a las empresas transnacionales y sus prácticas económicas.
“La gente les dejó de comprar porque está viendo la diferencia entre los productos. Por eso la gente decidió no estarles comprando a empresas extranjeras”, señala.
Además, asegura que las promociones que manejan los supermercados no nacen de su generosidad, ya que muchos compran sus productos en la Central de Abasto, en donde los proveedores son quienes realmente rebajan los precios para que ellos puedan levantarse el cuello con sus “miércoles de mercado”.
“En la Central de Abastos, hay personas que también les surten a los centros comerciales. Son ellos a los que obligan a bajar sus precios un día. Porque en sí ellos (supermercados) no regalan nada. Todo es cosa de la mercadotecnia, porque las cosas que están baratas, ellos lo ponen todavía más barato. Cuando en realidad son los proveedores”, acusa Sandoval.
Dice que las grandes empresas funcionan así, ya que si a un producto le rebajan dos pesos, eso mismo es lo que aumentan a otro producto, y con ello no salen perdiendo nada.
“Si la gente fuera abusada, fuera sólo por los productos que están en oferta, pero ese es el gancho para comprar otros que no lo están”.
Sin embargo, es consciente de que no todos los productos los puedan encontrar más baratos en los mercados, ya que muchas veces las grandes cadenas traen frutas o verduras de otros países gracias a su facilidad para poder mover mercancía, de la cual carecen los pequeños comerciantes que apenas cuentan con una camioneta y algún ayudante.
César asegura que si países como Estados Unidos le van a seguir negando la entrada a productos nacionales, lo mejor sería que los mismos consumidores volteen a ver lo que se produce en nuestro país y con ello evitar pérdidas, tanto económicas como laborales.
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