Por Alejandro Páez Varela
Por segunda vez en su mandato, el Presidente Enrique Peña Nieto dijo que los mexicanos, todos, cabemos en el costal de los corruptos. Fue la semana pasada. La primera vez hizo ya historia: “la corrupción es cultural”, dijo en una entrevista. Y ahora, esta perla:
“El tema de la corrupción lo está en todos los órdenes de la sociedad y en todos los ámbitos. No hay nadie que pueda atreverse a arrojar la primera piedra. Todos han sido parte de un modelo que hoy estamos desterrando y queriendo cambiar, que tenemos que modificar para beneficio de una sociedad más exigente y que se impone nuevos paradigmas”.
Que “todos han sido parte de un modelo” corrupto. A todos los niveles, afirmó.
Pues con quién se junta, pensará cualquiera.
Luego deshilé la manta que cobija al Presidente. Y pues sí, está canijo: Arturo Montiel, Luis Videgaray, Carlos Salinas, los Hank, los Del Mazo, Armando Hinojosa (Grupo Higa), José Andrés de Oteyza (ex OHL), etcétera.
Y ejércitos de funcionarios de primer y segundo nivel que han servido en el entramado corrupto que hunde su gobierno.
Y ejércitos de funcionarios partidistas que compraron votos en cada elección en la que él llegó a algo.
No creo que alguno de esos, por supuesto, pueda atreverse a arrojar la primera piedra. Todos han sido parte de un modelo que él no está desterrando: es un modelo que se ha alimentado primeramente de él, del Presidente, de su ejemplo.
Pues sí, rodeado de esos, cualquiera puede pensar que el mundo es corrupto y que nadie se salva.
Pues sí, la corrupción es cultural cuando desayunas, comes y cenas con los autores del Gran Libro de la Corrupción Mexicana, que no se ha editado ni ha salido a la venta porque se sigue escribiendo, a diario.
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“Si no estás enojado, no estás poniendo atención”, decía una de las frases proyectadas por Roger Waters en sus conciertos en la Ciudad de México.
En julio pasado conté de una colega que me alegaba que el argumento del Presidente Enrique Peña Nieto, cuando decía que “la corrupción es cultural”, es realmente genuino.
–El Presidente no miente. Por supuesto que la corrupción es cultural para muchos de ellos. Si creces junto a los más corruptos; si te rodeas de empresarios tan corruptores que bien caben en la élite corruptora del mundo, desde Rusia hasta Estados Unidos, entonces la corrupción es parte de una cultura.
Me dijo del tío del Presidente, Arturo Montiel:
–Era un ejemplo a seguir. Esa foto donde se le ve en un jacuzzi era una inspiración para las generaciones que vendrían [o vendrán]. Todos quieren ser él, como él. Ser alguien en la vida, en su cultura, es ser como él.
Pues sí. Cualquiera que venga de esa cultura puede repartir, sin rubor, lo que le sobra.
Ay, mexicanos, si no están enojados, es porque no están poniendo atención.
En este sexenio, volvimos a la incertidumbre económica y ya estamos, otra vez, como en los últimos meses de Carlos Salinas de Gortari: esperando a ver cuándo llega el madrazo.
En este sexenio la fiesta de sangre de los criminales siguió como con Felipe Calderón. Y tenemos otra vez cárteles empoderados, altos niveles de impunidad, tráfico de drogas, secuestros, extorsiones, asaltos. Todo el cóctel maldito extendido por el territorio nacional.
En este sexenio, al menos dos millones de nuevos pobres se sumaron mientras que el deterioro acumulado del salario mínimo hace que los mexicanos seamos los que menos ganamos en todo el Continente Americano.
Y luego, la corrupción: en este sexenio regresamos a los tiempos de Arturo “El Negro” Durazo Moreno, de José López Portillo, de Echeverría. Dicho por el Presidente: “La corrupción está en todos los órdenes de la sociedad y en todos los ámbitos”.
Ay, mexicanos, de verdad que si no estamos muy encabronados, es porque estamos dormidos y no prestamos atención.
Qué lástima que nos lo venga a reclamar un extranjero.
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