La Universidad de California en Berkeley acaba de revelar que dormir poco nos abre el apetito de comidas poco saludables como pizzas, hamburguesas o alitas de pollo.
Esto sucede tras el fenómeno llamado “efecto de recompensa”, mecanismo que se activa en nuestro cerebro tras haber pasado una velada poco apacible, y que nos incita a comer alimentos más calóricos.
Este estudio analizó a participantes que habían descansado como un bebé la noche anterior y a otros que dormitaron de mala manera. El resultado: los que menos descansaron optaban por comidas que superaban de media en su menú cotidiano las 600 calorías. Esto era culpa de la amígdala, parte de nuestro cerebro que regula las emociones y deseos.
Además, dormir tiene grandes beneficios y más cuando se hace con tiempo extra.
Los expertos afirman que los niños y adolescentes crezcan depende de la secreción de la hormona del crecimiento, la cual se suelta mayoritariamente por la noche, durante el sueño, sobre todo durante el denominado profundo o de ondas lentas. Si disminuye la cantidad de sueño o si éste es fragmentado, se segrega menos hormona y, por tanto, disminuye el estímulo para crecer.
Fuente: Esquirelat y El País
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