María se negaba a irse con su padre los días que le corresponden
Una que vamos a llmar María, muy valiente que sufría abusos por parte de su padre grabó una conversación en la que éste reconocía los abusos sexuales.
Una niña que vamos a llamar María, muy valiente que sufría abusos por parte de su padre grabó una conversación en la que éste reconocía los abusos sexuales a los que la sometía. Ocurrió en junio en Madrid, España, cuando la niña tuvo que recurrir a una grabadora que se escondió en el calcetín para probar esos tocamientos de su padre después de que un juzgado archivara el caso porque el perito no había creído a la pequeña.
María se negaba a irse con su padre los días que le corresponden según el reparto acordado por un juzgado de familia.
La policía la espera esos días a la salida del colegio y asiste siempre a las mismas escenas: la negativa de la niña, que unas veces grita y otras se bloquea al ver a su progenitor; las súplicas de este, que en alguna ocasión han derivado en amenazas de agresión a la madre que han acabado ante el juez; y los lamentos de la mujer, que implora a los agentes para que no permitan que María se vaya con su padre.
Desde abril, la madre tiene prohibido ir al colegio esos días para evitar enfrentamientos y la policía acude por orden judicial para “allanar la entrega y recogida de la niña”.
Pero las medidas impuestas por el juzgado no han evitado los conflictos a la salida de la escuela ni que María siguiera negándose a irse con su padre.
Hasta el martes 7 de junio. Ese día, la niña protestó, gritó y se resistió durante más de una hora ante la policía y los profesores, pero acabó metiéndose en el coche con sus abuelos paternos. De vuelta a casa por la noche, le entregó a su madre una grabación en la que el padre admite los abusos sexuales que ella venía denunciando desde hace dos años.
La grabación contiene la conversación que tuvo con sus abuelos y su padre en la que la niña acusa al padre de tocarle y el padre le dice: “Cariño, eso es para jugar”.
Ella le responde: “Es que no tienes que hacerme eso. Mi cuerpo es mío”. Y el padre insiste en que él no hace nada mal, dice que solo juega.
El abuelo intenta mediar y el padre interviene: “Yo sé por qué lo dice la niña, yo sé a qué se refiere”. La niña le grita: “Bueno, pues ya está” y el padre le responde gritando: “Bueno, pues apechuga”. La discusión termina seis minutos después, cuando los abuelos desvían la atención de la niña hacia sus muñecas.
Fuente:El País
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