En tiempos en los que la democracia en Europa peligra por el ascendente fascismo en el viejo continente, el pueblo de Grecia se hizo presente en el referéndum convocado por su gobierno, para darle visto bueno o rechazar el plan de reestructuración de deuda propuesto por la Unión Europea (UE), Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Central Europeo (BCE) y compañía.
Pese a todo los factores en contra, Grecia, lugar donde nació la democracia y en donde se pretende que muera, da signos de resistencia al saqueo del cual ha sido víctima por parte de banqueros, transnacionales, políticos corruptos, buitres financieros y la plutocracia europea.
Con el triunfo del “NO” en el referéndum, le toca a Alexis Tsipras y Syriza, configurar un plan de rescate para iniciar el levantamiento de un país en ruinas. Es verdad que cuando se habla de pobreza y crisis económica en Europa, los matices son distintos en comparación con lo vivido en Latinoamérica, pero en esencia es lo mismo.
La crítica situación actual del país helénico y de otros países de la región-y más allá de ella-, es el resultado de un debilitamiento progresivo de las instituciones públicas del país, consecuencia de las políticas neoliberales, la corrupción ejercida en el servicio público y el intervencionismo de las potencias de la región.
La disminución de la injerencia estatal en la administración de los recursos de la nación, el recorte al gasto social y la entrega total de los derechos ciudadanos, son el objetivo primordial del Neoliberalismo, una ideología económica antidemocrática que se vende con falsas promesas de desarrollo y en muchos casos, se impone con sangre y violencia.
Se habla mucho de Grecia en los Medios de Comunicación nacionales e internacionales, algunos más enfocados en manipular la opinión pública que en informar realmente lo que sucede.
Surgen preguntas acerca de cómo afecta a México lo que sucede en aquel país del sur de Europa pero no debería preocuparnos tanto él “como” le afecta sino lo que le espera a un país como México que viene caminando desde hace más de 30 años por el mismo camino que llevó a Grecia a esta barbarie económica. En muchos aspectos, México ya vive su propia tragedia neoliberal.
La propia historia de ambos países y el proceso de estructuración como nación de cada uno, reafirman la idea de que todos los países son distintos en su manera de pensar, vivir y que cada uno tiene su propia realidad. Las similitudes sistemáticas entre ambos países son preocupantes y no estar aparentemente “tan mal” tampoco representa ningún aliciente ni alivia ningún síntoma de podredumbre del sistema.
Algunas de esas similitudes que podemos encontrar entre México y Grecia es que el primer acuerdo de rescate para Grecia, nunca llegó al Parlamento para su ratificación y el segundo acuerdo solo se presentó como borrador, algo muy parecido a la firma del Pacto por México, que abrió el camino para la aprobación de las Reformas Estructurales Peñistas sin consultar a los ciudadanos, aun cuando la seguridad y los intereses de la Nación, están en juego.
La peor postura que podemos tomar es engañarnos a nosotros mismos y evadir la realidad que nos está tocando vivir. El fascismo nunca se fue y ahora pretende que el mundo retroceda.
El capitalismo y la plutocracia mundial, someten financieramente a los países, controlan la mayoría de los medios de producción, especulan con el capital y utilizan la deuda como el mecanismo para mantener en línea a los países.
Algunos auguran fracaso a Syriza ya sea por interés, ignorancia o simple maldad, pero eso todavía está por verse. La situación en Grecia tardará mucho tiempo en sanearse. El proceso de reestructuración de un país después de haber vivido-y vivir todavía- bajo el yugo neoliberal, no parece ser nada sencillo pero si imprescindible.
“El neoliberalismo no comenzó con democracia. Comenzó con dictaduras impuestas con la fuerza bruta, con la tortura y el miedo”.
-Naomi Klein.
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