Manuel J. Clouthier decía que los que se roban urnas terminan por robarse el dinero público. Cuánta razón tuvo, y no generaciones después: hablaba de Carlos Salinas de Gortari y ya saben el resto de la historia. La frase del Maquío permite perfectamente la actualización: que quienes compran voluntades terminan por robarse la esperanza.
El 22 de junio del 2012, Roberto Gil Zuarth se dirigió a Luis Videgaray, coordinador de la campaña de Enrique Peña Nieto, en un programa de radio. Le dijo:
–Déjame hacerte una pregunta muy concisa, Luis: ¿Utilizan ustedes [el PRI] o no cuentas en Monex y tarjetas de debito de disposición en cajeros electrónicos? Es una pregunta muy sencilla: ¿sí o no?
–No –respondió Videgaray seco, sin verlo a los ojos (existe el video). Un “no” indignado, un “no” rotundo que podría obligar a quienes atendían el programa a pensar: “Qué bien chingan Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador: ¡que no, no, no compran votos con tarjetas Monex, chingao!”
Luis Videgaray mentía abierta y descaradamente, de acuerdo con los ministros electorales que después determinaron que Peña Nieto y su equipo sí usaban cuentas en Monex y tarjetas de debito… aunque el dato no les sirvió para un carajo: nadie fue sancionado. Y poco después, el PRI intentó premiar a esos mismos ministros con una pensión vitalicia que no existe en ningún país del planeta.
Pero una cosa es mentirle a los ciudadanos, desgraciadamente, y otra a los mercados financieros y al capital. Y digo “desgraciadamente” porque los que importan en esta historia son los ciudadanos. Ahora sabe Videgaray lo que es mentir con consecuencias. Todo el año pasado ajustó a la baja sus propios pronósticos alegres de crecimiento. Ahora, está sintiendo la presión de mentir. El romance de Peña Nieto con la prensa extranjera ha terminado. Ahora hablan de otro país al que dibujaban hace unos meses. Y es la economía, estúpidos.
No, no vamos a crecer como Luis Videgaray anunció para el primer año del sexenio y no, no vamos a crecer como Luis Videgaray había pronosticado para el segundo año del sexenio. Vamos a crecer muchísimo menos. Quizás, posiblemente, podría ser que a finales del sexenio el país creciera 5 por ciento, según dijo ayer domingo a El País Agustín Carstens, cabeza del Banco de México (Banxico). Pero no ahora. Confórmense con un crecimiento mediocre y con sus consecuencias: menor oportunidades laborales, los mismos porcentajes de pobres (lo que significa que aumentarán en números netos) o más.
No hay manera de vender un país que no existe.
Ese Maquío era sabio. Lástima que los hombres buenos no se den en maceta.
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Han pasado 18 meses de la presidencia de Enrique Peña Nieto. Una cuarta parte del sexenio, ni más ni menos. Quedan cuatro años y medio, aunque algunos afirman que el último no cuenta porque las campañas le restan poder y fuerza al Presidente en turno. Pero digamos que cuatro años y medio es lo que resta.
Uno de los lemas más promocionados por el actual gobierno dice: “Mover a México”. Intenta transmitir que la administración en curso imprimirá dinamismo: mover es mover: más empleo, más crecimiento, más oportunidades, más justicia social, más acción y, por lo tanto, menos pobreza, menos desempleo, menos desesperanza, mayor equidad. Pues, honestamente, no veo cómo le van a hacer para cumplir su propio lema.
¿Con las reformas de Peña Nieto? Ja. Cito a The Economist: “La Reforma Fiscal ha elevado el impuesto sobre la renta, que afecta a las personas acomodadas. La política también ha herido de manera desproporcionada a los pobres a través de un gravamen contra la obesidad sobre los refrescos y aperitivos. Jonathan Heath, economista, lo expresa así: ‘El gobierno está gastando más, pero tomó ese dinero de los hogares’”.
Eso es sobre la Reforma Fiscal. Sobre la Energética, no hay un solo funcionario mexicano en este momento que se atreva a decir que México crecerá en el corto o mediano plazos impulsado por la venta de garaje de nuestros energéticos. Ni uno solo. Ya les anda que no se nos olvida que dijeron que van a bajar los combustibles. Si usted revisa las últimas declaraciones del Secretario de Energía, ex presidente del PRI y empresario gasolinero Pedro Joaquín Coldwell, ni siquiera habrá precio estable de la gasolina: ahora dijo que “se ajustará de acuerdo con la inflación”, entonces espere gasolinazos mensuales que no serán gasolinazos mensuales sino “ajustes de acuerdo con la inflación”. Puras piñas, pues; piña tras piña (con perdón de las piñas) (¿Así decían ustedes de chavos a los mentirosos: puras piñas?)
Las otras reformas ni reformas resultaron: que la Educativa, por ejemplo; el sindicato de Elba Esther sigue en manos de otro Elba Esther; que la de Telecomunicaciones: lo que querían era abrocharse a los sitios incómodos de Internet y a los ciberactivistas, y beneficiar a las televisoras; que la de… párele.
¿Mover a México? Ja. ¡Si no pueden mover al Estado de México, que han gobernado durante 90 años! ¿Para qué nos hacemos locos? En el Edomex hay más crimen que nunca, más extorsiones que nunca, más secuestros que nunca. ¿Mover a México? A dónde, ¿a las urnas y con tortas? No se me ocurre otro uso para el “Mover a México” de su campaña.
Luis Videgaray le debe, en muy poco tiempo, muchas explicaciones a este país. Muchas. Deje usted la del 22 de junio del 2012; las de ahora mismo. Dieciocho meses y la economía sigue estancada. Odio repetirme pero lo haré. Escribí hace nueve meses: “Los gobiernos del PRI mienten una y otra vez. Y las mentiras tienen un costo. Se consolidan en la falta de transparencia –que tanto aman los priistas– pero tarde o temprano salen a flote. Lo sabemos usted y yo –aunque usted haya votado o no por el PRI–, lo saben los que arriesgan su capital, empresarios e inversionistas extranjeros. Yo, honestamente, no creo que las cosas vayan a mejorar. Pondrán mil excusas para justificar que la economía nacional se hunde, como ahora lo hace Videgaray con ‘Ingrid’ y ‘Manuel’; se sacarán conejos de la chistera para convencernos que no son ellos, que fue teté. Pero difícil engañar siempre y por tanto tiempo: es el PRI. Ese partido ha sido una noche negra para México y lo seguirá siendo porque las generaciones que vienen de priistas son lo mismo”. Pues me sostengo en lo dicho.
*Esta columna refleja sólo el punto de vista de su autor
Por: Alejandro Páez Varela
@paezvarela
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