Con la novedad, amiguitos de que estamos en el Top 5 de la violencia en el país. Resulta que según cifras del INEGI, una institución que suele ser muy confiable, Jalisco es el quinto estado a nivel nacional en lo que a número de homicidios se refiere.
Según el docu, dado a conocer este miércoles glorioso, los Registros Civiles y las Agencias del Ministerio Público de la Entidad registraron durante 2013 la cantidad de 1,485 homicidios. Lo que nos coloca sólo debajo de el Estado de México, que es la entidad más violenta, con 3 mil 280 homicidios; de Guerrero, con 2 mil 203; de Sinaloa, con 1,200 y de Chihuahua, con 2 mil 141.
Y cosa curiosa, los estados que percibimos en el imaginario colectivo como violentos o intransitables aparecen a media tabla o más abajo: Michoacán con 916, Tamaulipas 883 y Veracruz con 758.
En el caso de Jalisco las cifras bajaron en el primer año del gobierno de Aristóteles Sandoval, del PRI alrededor de 100 muertes con respecto a los dos últimos años del panista Emilio González Márquez, tiempos de ataques arteros de “gente que viene de fuera” y de violentos narcobloqueos. Aunque es una buena noticia, mejor sería que la tendencia fuera en picada como en otros estados.
Las bajas notables se dieron en Nuevo León que de 2012 a 2013 bajó el número de homicidios de forma espectacular. Pasaron de 1,832 a sólo 890, casi mil menos. En tanto que Tamaulipas bajó casi la mitad, de 1,561 a 883.
Y aunque la conclusión apresurada es que el maldito gobierno le anda metiendo mano a las cifras para favorecer a gobiernos del PRI, la verdad es que, primero el prestigio del INEGI no lo permitiría, y segundo: lo mal parado que sale su gallo y los gobiernos de sus aliados en el pacto por México. El estado del que el hoy presidente Enrique Peña Nieto fue gobernador mantiene una tendencia sostenida a la alza desde 2009 cuando registró 1,860 casos y pasó a 3,280 en 2013. Algo hizo él mal y algo no ha corregido Eruviel Ávila. El informe es pues un balazo en el pie, una herida sangrante y con pus para el PRI.
Ahora, otro dato interesante es: ¿cómo nos matamos los mexicanos?, poque resulta que ahí también semos rete creativos. Nos damos con todo, nos matamos con gas, vapores, ácido, plaguicidas, corrosivos, drogas, material explosivo, humo, fuego, golpes, pero la gran estrella son, adivinaron, las armas de fuego. Sobre todo las de alto calibre. Más de 14 mil de los 22 mil homicidios del 2013 en el país fueron con esos juguetitos. El segundo método más usado es la agresión con objetos punzocortantes (cuchillos, navajas, picahielos…) con 3 mil 110, y en tercer lugar queda la bolsita de plástico en la cabeza, la almohada en la cara o el apretón gacho de cuello: los ahorcamientos, estrangulamientos o sofocaciones, suman 1,536. El Top Five lo complementan el ahogamiento y las llamas, agua y fuego, pues.
Con todo esto, no es por molestar, pero no estaría padre que en lugar de andarnos asustando y santiguando porque un país con alto poder armamentistico anda atacando a otro de la peor manera volteemos un poquito a ver lo que pasa en el país. 22 mil muertes, o más bien, son casi 23 mil, frente a las 19 mil que hubo cuando Calderón inició una guerra que no supo cómo parar y aunque han bajado casi 3 mil en comparación con el peor año del panista, son más que alarmantes, pero no hay hoy un foco ahí que nos mantenga atentos y exigiendo una estrategia para que eso cambie, para que no nos matemos unos a los otros, para que se respete, ahí sí, la vida.
Lo peor será revisar cuántos de esos homicidios han quedado impunes, eso seguro, sí nos pondrá a llorar.
*Esta columna refleja sólo el punto de vista de su autor
POR: Ricardo Salazar
@salazargdl
Sé parte de la conversación