Rusia parece haber despertado de su letargo invernal en el que cayó en diciembre de 1991, cuando ocurrió la separación de la URSS (Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas) dando con esto fin a la Guerra Fría y cargando la balanza política, económica y militar hacia el lado de los Estados Unidos.
Pero ¿quién es el hombre que ha dado a Rusia un nuevo estatus dentro del panorama mundial? La respuesta es Vladimir Putin; presidente de la Federación Rusa desde el año 2000 hasta el año 2008, y que volvió a ser elegido en mayo del 2012 para ejercer un tercer mandato.
Perteneció al servicio secreto ruso conocido como la KGB, además fue primer ministro entre los años 2008 al 2012. Este hombre de mirada fría, calculador y viejo lobo de mar en el ámbito político, se ha atrevido a desafiar la hegemonía anglosajona y la de sus aliados.
La Rusia de Boris Yeltsin, antecesora de Putin, fue una época marcada por un desabastecimiento en insumos sin precedentes producto de errores económicos y la falta de dinero, acarreados por aquel proyecto de Mijaíl Grobachov conocido como Perestroika, que fue el inicio del caos y la destrucción de la Unión Soviética.
Putin heredó una profunda crisis que se acrecentó en 1998, pero salió avante y logró dar cimientos económicos a su proyecto. Por el año 2001, su estrategia fue acercarse a Occidente para afianzar su poder y al mismo tiempo estabilizar su economía, no sin antes estrechar vínculos con potencias como China, estrategia que ha funcionado satisfactoriamente y que ha provocado quitar poder a los países de occidente.
El 8 de agosto del 2008 es la fecha del despertar de la Rusia hegemónica del Cáucaso, cuando Georgia apoyado por el gobierno de los EE.UU. decidió atacar Osetia del Sur, hecho que Putin aprovechó para demostrar su poder y la capacidad de reacción frente a problemas estratégicos dentro de su zona de influencia. El resultado de esta intervención: declarar la autonomía de esa zona y protegerla bajo el discurso de: “Protección a la población rusa de aquellas tierras”.
Posterior a esto, el gobierno ruso obtuvo la seguridad para enfrentar a Occidente y sus aliados de una manera directa y sin tapujos. La mayor afrenta que actualmente ocurre es la Guerra en Ucrania, por la anexión de la península de Crimea.
La Unión Europea ha reiterado sanciones para la Federación Rusa, cosa que al parecer no causan mayor revuelo en Putin, pues sabe bien que posee un recurso clave con el que puede condicionar en gran medida a Europa: el gas natural.
Pero Rusia tiene un conflicto interno que la pudiera desestabilizar en cualquier momento, las regiones separatistas de Chechenia y Daguestán, las cuales actualmente parecen estar controladas, pero que son un peligro latente dentro del resurgimiento de Rusia como potencia mundial.
*Esta columna refleja sólo el punto de vista de su autor
Por: Fernando Ortiz C.
@geopoliticaintl
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