El 24 de octubre de 1945 se creó una organización en la ciudad de San Francisco California, con el objetivo de luchar por la paz mundial y los derechos de la humanidad. Hoy, a 69 años de la creación de la ONU, y con 193 países miembros, aquel anhelo de unidad mundial, denota el rotundo fracaso de esta organización.
Conflictos bélicos prácticamente en los cinco continentes, hambrunas y pobreza en gran parte del mundo, desigualdad social y un eufemismo de la promoción de los derechos humanos son la cara con la que presenta ante el mundo.
Después de 69 años, el mundo ha vivido más de una treintena de conflictos armados; hoy la Organización de Naciones Unidas es un espectador más del panorama mundial, sin autoridad alguna que la represente.
Su secretario general (Ban Ki-moon), parece ser la marioneta o lacayo de algunos grupos de poder, no protagoniza al líder que en el supuesto debería ser; la tibieza de sus comentarios ante problemáticas internacionales lo hacen ser un hombre invisible más que influyente. En pleno conflicto entre Rusia y Georgia en agosto del 2008, el secretario de la ONU decidió seguir con sus vacaciones, minimizando el conflicto en el Cáucaso.
Esta es la triste realidad de la ONU, inmersa en una presunta corrupción en el seno de su estructura, como lo mencionó en el año 2010 Miguel D´Escoto, nicaragüense que fungió como presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas en el 2008: “No son Naciones Unidas, son naciones sometidas a la voluntad del imperio y tiene una serie de amarres de todo tipo en la carta que está en vigencia para evitar que se reforme”.
Sus cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, cuatro de ellos son los antiguos miembros de los aliados, vencedores de la Segunda Guerra Mundial (Rusia, EUA, Inglaterra y Francia) acompañados de China, quien creo sus armas nucleares antes del inicio del tratado de no proliferación nuclear y por lo tanto se conformó como una potencia militar y hegemónica en la región.
Sudán, Zimbawe, Siria, Líbano, Palestina, por presentar algunos ejemplos, se han tenido que conformar con comunicados o declaraciones efímeras y fugaces, que parecieran ser bromas y pasan con más pena que gloria dentro del panorama mundial.
Ya ni hablar de los desprestigiados Cascos Azules, acusados en Haití, Bosnia, Congo y otros países, por cometer abusos sexuales, violaciones y algunos otros delitos en contra de aquellos se suponen protegen y ayudan.
Sigmund Freud algún día aseguró: “La violencia, individual o colectiva, que acompaña a la condición humana desde el origen de los tiempos, puede ser limitada, relativamente controlada, legalmente regulada e incluso castigada, pero nunca exterminada”.
La ONU parece estar agonizando, en una fase terminal, muriendo como una organización corrupta e incapaz de lograr la paz y la razón de ser de su creación.
*Esta columna refleja sólo el punto de vista de su autor
Por: Fernando Ortiz C.
@geopoliticaintl
Sé parte de la conversación